Tiene un lugar asegurado en los libros de historia. Muchos saben quién es. Incluso tiene una calle en Polanco que lleva su nombre -a pesar de no ser ni filósofo ni escritor-. Hablamos, claro, de Johanes Gutemberg. ¿Su mérito? Inventar la prensa de tipos movibles y con ello introducir el libro de producción masiva -y más adelante la carta abierta y los periódicos- a Europa. Nada más y nada menos.
Hasta antes de ese invento, los libros se copiaban a mano, uno por uno, folio a folio y de manera muy lenta. Famosos monjes por toda Europa se dedicaban a copiar, día tras día, las hojas de los voluminosos manuscritos. Por supuesto, el trabajo era tan lento y meticuloso que tener un libro era un verdadero lujo: imagínense escribir -casi dibujar- mil cuartillas a mano, con distintas tintas y letras garigoleadas, dibujadas cuidadosamente y casi una obra de arte en sí mismos. Difícil hacerlo masivo.
Por supuesto, la dificultad hacía que sólo los libros más valiosos pudieran reproducirse. Las Biblias, por ejemplo. Los libros de canto gregoriano. Los textos clásicos de los padres de la iglesia. Acaso algo más. Por eso la literatura propiamente dicha, y los descubrimientos científicos se quedaron «dormidos» en el medioevo: no sólo era una restricción del poder o de la Iglesia, sino una limitación tecnológica.
El invento de Gutemberg modificó el mundo, aunque tardó casi 200 años desde la aparición de la imprenta hasta el surgimiento de la Enciclopedia. Si, la adopción de tecnología no lo fácil. ¿Y eso que tiene que ver con Momento de Cosechar, nuestra entrada anterior? Pues lo aclararemos en la siguiente. No dudemos que Gutemberg tiene mérito; pero hoy día se está diluyendo rápidamente.
Por lo pronto, los dejo reir con este video de Soporte Técnico de la época Medieval… para que vean por qué adoptar ciertas tecnologías es difícil y lento (siempre lo ha sido).
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