El problema de las ideas no es tenerlas. Todos tenemos instalado el «equipo de serie» para producirlas por miles cada día. Su costo de producción es realmente bajo. ¡Vaya! dado que con estar vivo basta, no hay un costo adicional por tener ideas. Cuando vemos a una persona hablar consigo misma en la calle asumimos que está loca. Pero cuando tenemos ese mismo diálogo pero interno, sin que se manifieste al exterior, nadie, ni nosotros mismos seríamos capaces de dudar de nuestra sanidad mental. Aunque sea algo adecuado de hacer. Podemos estar locos, abrumados, perseguidos y atosigados por ideas… Pero que, como no se manifiestan hacia afuera, no son peligrosas. Y eso no ayuda a mejorar la situación. El problema de las ideas no es tenerlas: es hacerles caso. O ignorarlas.
Una idea que se sabe ignorada, volverá una y otra vez a perseguirte. Tal parece que la resistencia la fortalece. Seguro de repente te encuentras con ideas que tuviste hace cinco, diez, quince años… y que vuelven de vez en cuando a darte vueltas. Cosas como el Facebook, que te acercan a los amigos de ayer y con quien, en su momento, tuviste mucho en común pero que hoy ya solo tienen… el mismo recuerdo de hace muchos años y poco más.
Pero cuando a una idea le haces caso, el riesgo es que se vuelva una obsesión. El problema es que las ideas negativas suelen ser las que más se enraízan y más regresan. Tal vez porque las ideas positivas son aceptadas y rápídamente se realizan o se prueban irrealizables. Pero las negativas, con nuestra tendencia a rechazarlas, solo las alimentan para que vuelvan cuando quieran.
Procuro hacerle caso a mis ideas buenas. O a las que creo buenas, al menos. Así, muchas veces de la idea a la realización pasan apenas minutos u horas, y no es extraño que haya tareas que en menos de 24 horas están concluidas… aunque eso implique no dormir o dormir muy poco. Confieso que esos momentos de «despegue» son de los momentos más intensos y memorables de mi vida. Cuando pasamos de la idea en borrador al primer producto terminado en menos de un día -cosa que he hecho unas cuatro o cinco veces- me siento más vivo que nunca.
El problema de las ideas es que toman vida propia. Y al tratar de aterrizarlas, se prueban como mucho trabajo. Decía Edison que el problema del éxito es que suele presentarse con un overol, disfrazado como trabajo. Y por ello mismo, muchos se aprtan de su camino.
Viene esto a colación porque, si bien toda la semana tuve muchas ideas para avanzar proyectos o nuevas ideas importantes, en la gran mayoría de ellos hubo pocos avances. En parte, porque mi agenda no es del todo mía y con viajes y extras, apenas hoy viernes pude hacerme un ratito de madrugada para avanzarlas. Y si, confieso también que la llegada de «House of Cards» temporada 2 me ha quitado al menos un par de horas al día durante esta semana. Pero como el problema de las ideas es que son persistentes, empiezo a sospechar que será un fin de semana muy lleno… de trabajo. El lunes les cuento que hay de nuevo y qué logramos avanzar este fin de semana (y confío en que sea mucho). Entre tanto, paciencia y serenidad, queridos amigos.
Imagen de hoy por Andrea Costa via Compfight