Ayer en la noche me invitaron a la presentación del más reciente libro de Antonio Velasco Piña, en esta ocasión titulado «El retorno de las águilas y los jaguares. Una perspectiva integral sobre el narcotráfico y la guerra contra la delincuencia». Aunque en futuras entregas comentaré a detalle el libro, en esta ocasión quiero relatarles algunas cosas que pasaron durante la presentación.
Primero, la sede; el Alcázar del Castillo de Chapultepec era un lugar bastante especial para hablar de los propios Niños Héroes como referente de lo que debe ser una visión de altos ideales y de incluso sacrificio de la propia vida. El atardecer desde lo alto del bosque, a 45 metros sobre el nivel promedio de los alrededores es de por si algo sobrecogedor.
Segundo, unas cuatrocientas personas estuvimos presentes, entre directivos de la editorial Punto de Lectura, integrantes del cuerpo de rescate de emergencias los Topos, representantes de diversas tradiciones de la mexicanidad y guardianes de la tradición, algunos miembros de grupos New Age y de la diversidad sexual y algunos curiosos también.
Tercero, es poco común que la presentación de un libro inicie con un toque de caracol saludando los siete rumbos (norte, sur, este, oeste, tierra, cielo y el corazón de los demás, dónde se cruzan los otros seis). Y menos que uno de los ponentes participe desde la cárcel.
En efecto, uno de los asesores de esta y otras obras de Velasco Piña -por ejemplo, quien le abrió los archivos del Colegio Militar para documentar las vidas de los Niños Héroes- fue el general Tomás Ángeles Dauahare, quien hoy está preso por supuestos vínculos con el narcotráfico. En opinión de Velasco, esto es un abuso que pretende deshonrar no sólo al general, el mejor estratega de México, sino al Heroico Colegio Miltar, porque sólo de allí pueden salir los mejores elementos para frenar el problema.
Así que, dado su arraigo, fue el nieto del general quien leyó un texto de su abuelo y otro propio, resumiendo el libro que se presentaba y posicionando que, así como dice en el libro, sólo un combate integral puede resolver el problema en verdad. En su momento concluyó: «Mi abuelo es un Soldado de la República, un servidor público honesto, un general respetado por quienes tuvo bajo su mando, un hombre bueno, un gran ser humano, padre y abuelo, y todo un Guerrero».
Cuando se habla de combate al narco se pide que sea al estilo de la guerra florida olmeca: primero, en el interior de la persona y acallando el ego. Y por combate integral se refiere a, primero, una lucha en el terreno de la oración, las marchas silenciosas, la meditación y los rituales de paz; segundo, atención integral a los narcodependientes; tercero, debilitar el lavado de dinero; cuarto, la formación integral de los soldados, marinos y policías que combaten este flagelo -enfatizando en sus valores y principios- y quinto, el ataque a los delincuentes y su desarticulación, pero realizado con inteligencia militar y no sólo con confrontación bélica.
En la entrada de mañana seguiremos comentando las posiciones y dichos de los demás comentaristas y del propio autor del texto. Acá los espero…
Gonzalo:
Quienes buscamos lecturas agradecemos tus comentarios reseñas o recomendaciones, pues siempre soy exactas y hacen atractivo el libro. Seguro terminaré leyendo esta propuesta.