En estos días me ha tocado lidiar con muchas esperanzas de distintas personas. Creen que todo podrá ser mejor, que el futuro viene brillante y que podrán tener mejores opciones. Y, la verdad, creo que será posible.
Claro que hay quien dice que es porque soy optimista y tengo esperanza. Ya lo decía a finales de 2016 en esta entrada. Y como lo dice una imagen en esa entrada, «no debemos dejar que nuestros temores nos impidan perseguir nuestras esperanzas», frase de Kennedy.
Pero también noto que muchas de esas esperanzas se basan en las creencias. Creen que les irá bien, y actúan en consecuencia. No siempre les va bien, pero al menos no se rinden. Esa actitud sin duda ayuda a que les vaya bien.
Lo que me preocupa son las disparidades: muchos creen que les irá bien, y tienen algo de razón. Pero también les puede ir mal, y no están listos para ello. También hay quienes creen que les irá mal, pero… el mayor motivo para ello es su propia actitud, poco más que eso. Lo más grave es que no han notado que si a ellos les va bien es porque a alguien de su propio entorno le irá mal.
Esperanzas, creencias y disparidades
Platicaba con alguien ayer, que uno de los graves problemas es la «desalineación de incentivos». Hay quien dice que la delincuencia es porque «no hay opciones de trabajo para los jóvenes». Pues no hay suficientes. Pero también es cierto que eso no es nada nuevo: hace poco más de 500 años, los jóvenes sin oportunidades de España se vinieron a «hacer la América». Hace poco más de 200 años, los jóvenes criollos sin oportunidades organizaron la Independencia. Hace 70 años los jóvenes sin oportunidades se fueron de braceros a EE.UU. y Canadá (incluído uno de mis abuelos). Siempre han faltado oportunidades fáciles y cerca; pero jamás han faltado oportunidades.
El problema para tomarlas es esa disparidad entre creencias y esperanzas. Claro que todos preferimos tener las oportunidades cerca, fácil y sin problema. Pero la realidad es otra cosa. Hay chances que te llegan sin saber de dónde, aunque no son cómodos. Tras cien columnas en El Sol de Chiapas, me llegó la invitación para ser corresponsal de un periódico en Israel. No es precisamente cerca… pero llegó.
De manera similar, me han estado invitando a llevar los cursos de Escribe Hoy y Publica Hoy a otras ciudades. Y la gran paradoja es que es más viable que se concrete eso a que se aterricen los cursos aquí. En fin, que las diferencias entre esperanzas y creencias pueden ser más salvables de lo que parece. Tal vez lo único que se requiera es dejar de pensar en lo cómodo y lo local.
Imagen de hoy XavMP