Un sueño de muchas personas es ser pilotos de Fórmula 1. Esas emociones que se generan con la velocidad, el peligro y la adrenalina se pueden vivir en la ciclopista del Paseo de la Reforma, en el tramo entre la Glorieta de la Diana y la Glorieta de Cuauhtémoc, y ahora que ando de ciclista urbano lo he visto más de cerca.
Son10, 12 y hasta 18 bicicletas formadas, casi de dos en dos con ligeros desajustes: una llanta trasera a la izquierda, una llanta delantera a la derecha. Como en las parrillas de arranque de la Fórmula 1. Se pone el semáforo en verde y todos arrancamos.
No falta alguien, típicamente en bicicletas de carrera, que se pase por el medio de dos bicis normales. O de repente llega alguien desde los carriles de automóviles y se te cierra. Un par de veces han estado a punto de tirarme, precisamente porque al empujarme fuera de mi trayectoria, el pedal golpea con los bolardos que protegen la ciclovía o bien con las banquetas. Y aunque aún tengo la agilidad suficiente para poder mantenerme en equilibrio, esto me preocupa.
Fórmula 1… pero también box.
Es muy molesto ver lo poco solidarios y civilizados que podemos ser los ciclistas urbanos. No tenemos la costumbre o la cultura suficiente para respetar, primero, a otros ciclistas, y luego a los peatones y a otros vehículos. En estos días pedaleando, me ha tocado ver auténticas riñas, protagonizadas por ciclistas que se pasan el alto en un cruce peatonal, agreden a los peatones, los golpean y hasta se bajan a reclamar, literalmente a golpes, que les reclamen lo que están haciendo. Deben ser los mismos que golpean cofres o costados de automóviles porque “no respetan a los ciclistas”, pero no dan ese resepto que piden.
Es una vergüenza ver que los ciclistas urbanos somos de lo más desagradable en la escala de convivencia ciudadana. Que de acuerdo al reglamento de tránsito tenemos derechos de paso y de preferencia por encima de los autos particulares es cierto, pero también por debajo de los peatones (que de acuerdo al reglamento son la pieza que debe llevar la mayor prioridad de uso de la vía pública). Que estamos obligados a respetar los altos, los sentidos de las calles y a no circular por las banquetas… Pero todo eso nos vale.
Y más ahora que los repartidores de comida (y de otros servicios) como UberEats o Cornershop abundan. Como a muchos se les paga un bono por tiempo de entrega, son los que más abusos cometen. De hecho, el único ciclista caído que me ha tocado ver fue, precisamente, un repartidor de comida que se pasó un alto y acabó estampado en un carro… que tenía el paso libre. Así no se puede.
Por lo pronto, seguiré tratando de mejorar mis resultados en los arranques de la Fórmula 1 ciclista de Paseo de la Reforma: bajar mis tiempos sin por eso pasarme altos o tirar a otros ciclistas. Deseenme suerte.