Me he dado cuenta de una cosa, a raíz de lo que les conté en la entrada del viernes pasado. Tenía unos hábitos muy arraigados, y gradualmente los fui perdiendo. Nada grave, si lo ven así. Pero también tiene consecuencias intensas.
Una primera señal ocurrió cuándo el miércoles pasado fui al cine. Saqué mi tarjeta de invitado especial «negra». Esa que deja pasar primero en dulcería y tiene taquilla especial. Me acordaba que la primera que saqué fue cuándo recién el programa de Invitado Especial de Cinemex era nuevo.
El mejor uso que recuerdo haberle dado fue en la premier de Los Simpson: había personas formadas para la función a la que íbamos y para la siguiente también. En ese entonces aún no había butaca numerada, por lo que ser de los primeros en entrar aseguraba un buen lugar. Fuimos los últimos en llegar a la fila «especial», antes de que entran los demás. Se quejaron: algunos llevaban ya una función parados y nosotros «íbamos llegando». Pero era un privilegio de la membresía. Vaya, se los cuento para darnos una idea: se estrenó en 2007.
Luego, fueron ampliando los beneficios, en la medida en que «subías de nivel». Para tener -y mantener- la tarjeta Premium se requieren 24 visitas al año, mínimo. Eso implica una cada quince días. No es un mal ritmo. En fin.
El miércoles pasado fui al cine. Saqué la tarjeta. Como no había fila en taquilla, no me dijeron nada. Llegamos a Dulcería. No nos querían atender en la fila premium. «Su tarjeta está vencida y el nivel no le corresponde». En efecto, no tenía 24 visitas el último año. «¿Pues cuántas tengo?». «Cinco visitas en el año nada más». (Obvio, la más reciente de Star Wars fue una de ellas… dos veces).»Bueno, en 2018 casi no he venido…». «No joven. Cinco visitas en los últimos doce meses». ¿Y la fecha de vencimiento? Diciembre de 2016. Eso implica que la tarjeta data de 2014. Y no he tenido ese nivel en al menos dos años.
¿Y mi hábito de ir al cine? Se esfumó. En realidad, no del todo: Se cambió por ver películas en Netflix. Cierto que no son los estrenos, pero están a la hora que quiero y desde el cómodo sillón de mi casa. Con palomitas y refrescos más baratos. Así que sigo viendo películas, aunque ya no voy tanto al cine.
Y tal vez lo han notado en una cosa: ya casi no hago reseñas de películas. Era una categoría muy visitada en el blog. Ahora, rara vez aparece una. Es consecuencia de lo mismo: no es igual ir a ver una película el día del estreno, que aparecer casi un mes después (si, recién vi Avengers Infitiny War). Y no es igual tener un cine enfrente de la casa que tener que caminar un kilómetro o pagar estacionamiento.
Otros hábitos perdidos.
Me asomé a la agenda de la semana siguiente. Tenía como cinco cosas agendadas, además de mis hábitos matutinos. Nada mal. Me asomé a la de la semana anterior. Casi vacía. Cinco cosas agendadas. El tema no es ese: es que si se asoman a mi agenda de hace un año, no hay huecos. De 6 de la mañana a 10 de la noche, está totalmente llena. Sí, hay cinco citas o actividades para terceros en la semana, en promedio. Pero todo el seguimiento de mi tiempo incluye cosas como «comida» o «caminata». Obvio, no he dejado de hacerlas. Pero ya no las anoto. Otro hábito que se cambió… para mal.
Y como ése, me he dado cuenta de ciertos hábitos que ya no hago. Por ejemplo, ver una conferencia TED diariamente. Con miles de grandes conferencias en 20 minutos o menos, el sitio de TED era un imperdible. Ahora veo una a la semana… si acaso. Claro que en parte es porque con Blinkist tengo el resumen de un libro al día. Y como incluye la versión en audiolibro, lo escucho mientras me baño, por ejemplo. Así que el hábito de «aprender algo diario» se mantiene; el de «ver una conferencia TED», no.
Alguien me recordó que, cuándo iba a la prepa y el transporte o el tráfico no hacían maldades, pasaba a misa antes de la escuela. Claro que ayudaba que la iglesia estaba enfrente y que el padre, sabiendo que a esa hora muchos tenían prisa, hacía misas de 25 minutos o menos. Tres a cinco veces a la semana iba a misa. Ahora, hasta los domingos se me ha pasado ir. Los hábitos cambian.
Recuperar los buenos hábitos.
Así que me di cuenta de esas fallas en la ejecución de mis hábitos. Probaré algo distinto: si, sigo usando las herramientas de productividad que les he comentado. Pero volveré a agendar actividades conmigo mismo, como si fueran citas. Escribir, editar, diseñar, adecuar sitios web. Espero que mejoren mis resultados.
Y si: volver a la caminata en horario constante y regular, ver conferencias TED y tomarme un licuado de verduras crudas a media mañana, entre otras cosas. Seguiremos reportando los cambios y movimientos.
Imagen de hoy Catedrales e Iglesias