Muchas veces, tu decides qué quieres hacer con tu vida. Decides qué objetivos te trazas, qué harás con ellos y qué pasos seguirás para lograrlos. Pero otras veces los incentivos no son tan claros y hay cosas que «pasan porque pasan». Y no planeas nada al respecto.
Por ejemplo: tenía toda la intención de volver a hacer ejercicio en bicicleta regularmente. Pero… resulta que ahora el sistema de Ecobici no acepta el pago con mi vieja tarjeta de crédito. Pero tampoco con la nueva forma de la tarjeta de débito -por las nuevas modalidades legales-. Como ahora recibe un «número publico de transacción» que va cambiando cada vez, al viejo sistema no le da tiempo de hacer el cargo antes de que cambie el número… y no me cobra. Y la tarjeta de débito no puede usarse por Internet. Tampoco aceptan PayPal. Entonces, tengo un mecanismo de pago más seguro. Y no lo puedo usar.
La opción, por supuesto, es reparar mi vieja bicicleta. A final de cuentas, si salgo y llego al mismo lugar no requiero las estaciones de Ecobici ¿cierto? Pues no del todo: sucede que está mal de los frenos y de la estrella, y la reparación cuesta casi mil pesos. Es decir, dos años de Ecobici. Para poder usar una bicicleta que ya me queda un poco chica. ¿Hay lógica en ello? No del todo.
El hecho es que, tras varias semanas, sigo sin poderme subir a la bicicleta. Así pasa.
Incentivos: hacer lo adecuado.
La semana anterior me encontré para una rica charla con una buena lectora de hace tiempo. Digamos que leyó Clara Sandra desde que se publicó la primera vez. En algún momento la charla voló hacia las dietas; en particular, recordó que había leído aquella entrada sobre el libro «cerebro de pan» y lo había leído. Desde entonces ha seguido una dieta sin trigo. Y me preguntó como voy… (al tiempo que me comía un delicioso Club Sandwich. Ni modo, debí decirle que ya varié a otras modalidades). Me generó incentivos a volver a trabajar en ese tema.
También platicaba con una tesista. Y encontramos en su proyecto hipótesis muy interesantes. Que nos aclaran que hay cosas que no funcionan porque… no son como creíamos. La verdad es que los incentivos NO están alineados entre la propuesta y la realidad.
Tuve una fuerte discusión con alguien muy querido. Sí, el tema fue la política. Ella apoya a un candidato al que yo le veo muchos bemoles. Me mandó un documento, y vi que tiene cosas muy buenas (y se lo dije) y otras fallidas (y se lo dije). Se ofendió. «Es perfecto». Yo le iba a comentar de otro documento, que señala que hay fallas no corregidas… Y se molestó. Me llamó mentiroso y se negó a discutir más mi punto. Es decir, de un lado acepté los aciertos de su propuesta; del otro, me pidió que me callara. Incentivos desalineados. ¿Cómo pides respeto si no lo das? Le dices a alguien que no te critique porque tu opinión no vale; y tu tienes que aceptar totalmente la suya. Así no se puede. Pero bueno, afirma que el error es mío.
Incentivos: idea a trabajar
Tras ver cómo en esos casos la adecuada alineación de incentivos es la pieza que falta -tanto en relaciones personales como en políticas públicas internacionales, y toda la gama al centro-, quedó clara una idea.
¿Han visto por qué hay tantos autos de lujo con placas de Morelos en la CDMX? Simple: se «ajustó» la tenencia para que los vehículos de lujo paguen mucho y los demás, nada. Cualquier carro de menos de 300 mil pesos no paga ese impuesto en la capital. Y ¿qué creen? Que la gran mayoría de los dueños de vehículos de más de 300 mil pesos, sacaron placas del Estado de México o de Morelos. Para los que tienen casas de fin de semana en Cuernavaca, Oaxtepec o Cocoyoc era facilísimo hacerlo. Pero la autoridad no lo anticipó…
Hay quien dice que «urge una movilidad no motorizada». Va, es cierto. Pero para ello se ponen ciclopistas mal pensadas: que ocupan todo un carril en vías rápidas, pero se llenan de puestos ambulantes. Y no se hacen en las vialidades secundarias, o en otras zonas en dónde si hay ciclistas urbanos. No irán a dónde hagas el camino: irán a dónde tienen que ir, ¿Es tan difícil entender los incentivos? Parece que si.
Otro caso: hay quien propone en campaña dar becas a los jóvenes para que «estudien y no se vayan al crimen organizado». Suena bien, ¿Verdad? Pero… ¿Qué creen que prefieran los jóvenes de ciertas zonas, dos mil pesos por ir a estudiar, o seis mil por ser halcones al servicio del crimen organizado? Y si pueden cobrar la beca Y ser halcones, mejor para ellos. Nuevamente, los incentivos están mal alineados.
Así que si, la terca realidad me está dictando de qué va el próximo libro… Alineación de incentivos ¿O no?
Pingback: Rendirse no es una opción, pero... | Dichos y Bichos