Inercia y hábitos: el resolver problemas, requiere apoyos.

"Si no es ahora, ¿Cuándo?" - Inercia - Foto de Brett Jordan en Pe
Inercia: ¿Ahora o cuándo?

Les podría decir que los últimos meses me han permitido llegar a un objetivo que me tiene muy feliz. Logré vencer parte de la inercia, y, mediante un cambio de hábitos, reducir el síndrome metabólico que padecía de una situación grave y preocupante a algo bastante más manejable. Para algunas personas que me han acompañando en el proceso, el resultado les da alegría. Para otros, que durante la pandemia no me habían visto, ha sido una verdadera sorpresa.

Es cierto que hay motivos -graves- que no me dejan estar aún al 100% bien. Un problema tiroideo ayuda a que tenga un sobrepeso grave; una condición autoinmune me provoca irritación en los ojos al contacto con mi propio sudor, por lo que algunos tipos de ejercicio no son convenientes. Cosas como las pesas o el gimnasio no convienen; cosas como la bicicleta o la caminata sí. Carrera está contraindicada en tanto no baje de peso, por un daño en las rodillas. Natación se puede, una vez que me opere la nariz por problemas de respiración. Total, no soy un caso perdido, pero definitivamente no es fácil lo que me estaba pasando.

Inercia: un freno.

Claro que la inercia suele ser un freno para este tipo de cambios: hoy haces lo mismo que hacías ayer, y por lo tanto los resultados no varían demasiado. Sigues haciendo las cosas mal, y cuesta trabajo hacerlas diferentes. Sí, alguna vez utilicé la técnica de creación de hábitos «¡no rompas la cadena!» que les recomendé aquí, y funcionó… un tiempo. Otras veces logré dejar de comer pan, y ya se sabe lo que pasó: buenos resultados, una importante baja de peso por un tiempo… que regresó con refuerzos poco tiempo después.

Creo que todos estamos de acuerdo en que la inercia es el mayor freno a los cambios importantes que pretendemos en la vida: «Es que siempre lo he hecho así», nos decimos. «Será difícil hacerlo de otro modo», pensamos. «Es que Yoda dice ‘Haz o no hagas, pero no intentes’ porque está entrenando a un Jedi, no vive mis problemas en este mundo». Tal vez, pero o le haces caso, o no lograrás grandes cambios.

Hábitos: romper la inercia.

¿Cómo logré vencer el síndrome metabólico -esto es, bajar la presión, el colesterol malo, y el nivel de azúcar en la sangre, a la vez que el peso-? Pues adquiriendo nuevos hábitos, rompiendo la inercia. Y, la verdad, añadiendo una lista de «Prioridades-Salud» en mi aplicación de seguimiento de tareas, Any.do (muy recomendable. Y no, no es un enlace de afiliado: simplemente uso la versión premium y me ayuda bastante, tanto a mantener los hábitos, pagar cuentas a tiempo y, por supuesto, a tener las tareas laborales bien registradas).

¿Qué tipo de tareas incluí para lograr mejorar la química sanguínea radicalmente?

  • Empezar el día tomando inulina de maguey y vinagre de manzana, en ayunas.
  • Incluir una bebida de lactobacilos, ajo negro y vitaminas C y D con el desayuno.
  • Sustituir las colaciones de galletas por manzanas y/o nueces. En particular, nueces de la india al vapor -no fritas- sin sal, almendras y/o amaranto.
  • Aumentar el consumo de agua a por lo menos 8 vasos al día, con una meta de 14.
  • Reemplazar las tortillas de harina y las tostadas fritas, por tortillas de nopal y tostadas horneadas.
  • Cambiar el pan industrializado de trigo por pan de centeno con masa madre.
  • Tomar selenio en la comida y óxido de magnesio en la noche (para mejorar la absorción del medicamento para la tiroides).
  • Reducir el consumo de carnes rojas, leche y lácteos. Preferir queso panela o cotija en vez de manchego o chihuahua; leche de almendra y/o agua de coco para los licuados. Incluso, probar unos quesos de plantas.
  • En vez de papas fritas o pastelitos, palomitas de maíz hechas en máquina de calor sin aceite y zanahorias o frutas.
  • Incluir en la cena aguacates y toronjas.
  • Procurar caminar al menos 7,000 pasos al día, bicicleta o trampolín al menos 15 minutos.

¿Y el resultado fue…?

¿El resultado? Los triglicéridos bajaron de 300 a casi 100; la presión pasó de 140/100~120 a 115/75~80, el azúcar en ayunas que estaba en 150 ahora amanece en torno a 100. El peso se ha reducido en más de 25 kg, pero falta al menos otro tanto para llegar a algo saludable, y acaso unos 30 kg más para quedar bastante bien. Ahí voy.

Si, ya puedo subir cinco pisos sin siquiera perder el aliento; ya prefiero tomar agua simple o mineralizada en vez de refrescos o agua de sabor; he aprendido que es mejor comer frutas o verduras enteras que en jugo -tienen fibra y se absorben más lento- e incluso aprendí a perderle miedo a las grasas: hay días en que ceno chicharrón, o pan con crema de cacahuate y mermelada… Y sí, también a veces puedo comer pizza, hamburguesas o un buen corte de carne -grueso y grasoso-, con vino o cerveza. La diferencia es que ahora es ocasionalmente, por lo que se disfruta más. Y no perdono los chocolates: aunque ahora son sin azúcar, o de preferencia de cacao (sea en bits para los licuados, o en barras de 85% de cacao, sin azúcar).

Pero requieres apoyo.

Por supuesto que eso me ha funcionado a mi; habrá que ver qué hábitos tienes tú, qué condición médica y si hay un componente de salud que puedes mejorar mediante hábitos y remedios naturales. Insisto, cosas como un aguacate y una toronja diaria vaya que han servido, y tampoco son muy complicados. Muchas veces no logro hacer más de 4,000 pasos en el día; pero lo compenso con días de 12,000. Procuro que el promedio semanal no baje de 7,000 diarios, aunque la bici se use un día a la semana o el trampolín apenas aporte 10 minutos al día.

Y de todos esos hábitos modificados -que el chiste fue ir agregando uno cada 21 días, hasta incorporarlos todos; un pequeño cambio a la vez-. Ahora, al filo de las 9 de la mañana ya tengo al menos 10 tareas completadas (meditación, escribir, tender la cama, tomar las tres tandas de medicamentos, complementos o alimentos)… Sin embargo, lo más importante ha sido tener apoyo.

Mientras hay por allí personas que dicen que «así eres, nunca vas a cambiar» o «es una moda más, se te pasará» hay quienes si creen en que va en serio, confían en mi, echan porras o presentan ejemplos. Así, mi amigo Beto me enseña sus fotos acabando un Ironman y, si bien dudo poder hacer algo así, sé que mis 7,000 pasos son alcanzables; Paola me muestra que sigue su ayuno intermitente, y me impulsa a mantener mi dieta; veo que la química sanguínea de mi padre es mejor que la mía, y me estimula a imitar sus hábitos. En vez de decirme que «soy un montañista de pacotilla y nunca fui serio», Alma me invita a caminar al bosque

Nuevos hábitos, nuevos apoyos.

Insisto: el apoyo de los médicos profesionales -mi internista y mi nutriólogo-, el uso de una app que me permite rendirme cuentas, y el apoyo de amigas y amigos y hasta de mis hijos, me han permitido avanzar y me motivan a no pararme aquí. Te recomiendo que también busques alguien que crea en tus cambios… Y recuerda que yo puedo ayudarte a lograrlo, al menos con porras. Y utiliza la técnica de «¡no rompas la cadena!». ¡Ánimo, si se puede…!

Estoy considerando realizar un ejercicio de acompañamiento a quien quiera iniciar un nuevo hábito. Ya les daré más detalles, pero… creo que puede funcionar, ser gratuito y que sean los resultados de los participantes los que nos den la mejor retroalimentación. Si te animarías a probarlo, escríbeme a gonzalo @ gjsuap.com o comenta en esta entrada. Pronto les daré detalles y puede ser que lo empecemos en septiembre, si hay interés. ¿Les late?

Imagen de hoy: «Si no es ahora, ¿Cuándo?. Foto de Brett Jordan en Pexels.com

Un comentario

  1. ¡Felicidades! Un excelente resultado, fruto de un gran esfuerzo. Te copiaré la idea y veamos de qué trata esa técnica.

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