Intrascendencia: lo que pasa cuándo no pasa nada

Intrascendencia...

Intrascendencia…

Muchas de las tareas cotidianas que hacemos los humanos son… cotidianas. Al ocurrir día a día, se llenan de intrascendencia. No sientes que van a pasar. No notas que las haces. Hasta que, de repente… las dejas de hacer.

Intenta no bañarte tres días. Verás que se nota que no era tan inútil o innecesario. Suspende el pago de tus servicios dos meses. Resulta que no era tan intrascendente. Deja de hablar con un amigo seis meses. Tal vez empezará a olvidarte.

Ese es el punto clave:  hay tareas que pueden no parecer interesantes, útiles o necesarias. Pero deja de hacerlas el tiempo suficiente, y padecerás sus efectos.

Ahora… para algunas personas -entre las que me incluyo- uno de los objetivos de estar vivo es dejar una huella en el mundo. Hacer algo que lo cambie, que lo haga un poco mejor. A veces puede ser algo pequeño. O importante. Pero hacer que se note.

Hace poco venía caminando por la Alameda, y una pareja estaba haciendo un ejercicio de creatividad literaria. «¿Qué me podrías decir de ese señor?» dijo él. «Trae un celular en una mano. Y un paquete de galletas de la suerte en la otra… y ya», respondió ella. Y… eso fue todo. No pudo decir o imaginar algo más. Ni siquiera sobre el aspecto físico, forma de caminar, pensamientos o actitudes… nada más lo que traía en las manos. Eso es lo que le pareció destacado.

¿Hay algo más intrascendente que ser recordado o destacado por lo que traías en las manos? Tal parece que no. Pero en ese momento, eso pareció que era lo importante. Y sí: para una charla menor escuchada al pasar, tal vez solo era «ruido de fondo» en su charla. Nada más.

La intrascendencia de no estar

El problema surgió cuando, esta semana, mandé a un cliente a Publica Hoy, mi sitio especializado para ayudar a los autores a publicar sus obras. Y a pesar de que estaba muy interesado en los servicios que ofrecemos, no me contactó. Nada. Cero retroalimentación.

Lo busqué: «¿Qué pasó? Ya no me dijiste nada». Me contestó: «Es que el sitio al que me mandaste no sirve. Ya van un par de días y no responde. Pensé que era mi conexión, pero no. Veo que está fallando. Y si ni siquiera sirve tu sitio, pues… igual y no sirve el producto».

En efecto; sin darme cuenta una falla en la configuración me tiró todos los sitios desde el miércoles pasado a media mañana.  Y nadie me dijo nada. Cero mensajes o correos avisando que las ligas que publico… están muertas. Ni en Twitter, ni en Facebook. Nadie lo notó. No fue como la última vez que se cayó el sitio, en que si fue el público el que me alertó.

Y entonces queda la duda… Si lo más importante que haces falla, y nadie se dió cuenta…  ¿Importa lo que haces o vas hacia la intrascendencia?

Imagen de hoy Barta IV 

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