La verdad es que decir que «el ITAM es el peor villano del país» es un error. Esa caracterización (de la que hablé antes) me parece falsa: es cierto que para el tamaño relativamente pequeño ha sido una institución con mucha influencia. Para que se den una idea, entre licenciaturas y maestrías tiene cuatro mil alumnos inscritos en dos planteles. Un solo campus del Tec de Monterrey tiene cuarenta mil, y la UNAM, cuatrocientos mil.
Claro que hubo un momento en que parecíamos omnipresentes, empezando en 1980. Para el 2010, el Secretario de Hacienda federal en un gobierno del PAN era Ernesto Cordero; el de Finanzas del Estado de México a cargo del PRI, Luis Videgaray; el de Finanzas del entonces Distrito Federal gobernado por el PRD, Mario Delgado. Y en el Gobierno Legítimo de AMLO el titular de Hacienda era Rogelio Ramírez de la O. Todos itamitas. En tres gobiernos y prominentes y un gobierno «en la sombra» del más diverso signo; en todos había puros itamitas (el gentilicio creado para los egresados del Instituto).
¿Por qué tantos del ITAM?
Una duda es «¿por qué tantos?». Es cierto que desde el gobierno de Miguel de la Madrid -con el ascenso de Pedro Aspe y Francisco Gil Díaz- las áreas técnico financieras del gobierno federal y de algunos gobiernos estatales- fueron aceptando a muchos egresados de esta escuela. Y no, no era sólo porque fuéramos niños ricos con visión extranjerizante y los más asquerosos «tecnócratas neoliberales» al servicio de las potencias de dominación global.
Tuve en el ITAM compañeros ricos, sin duda. Juniors de importantes fortunas. También tuve compañeros que recibían becas de manutención. Al pasar la vida, no sólo terminaron sus carreras y estudiaron postgrados afuera: también mejoraron la vida de sus familias y de sus comunidades.
La verdad es que estudiar en el ITAM no te hace fiel creyente de una única corriente de pensamiento: es cierto que muchos creemos en los libres mercados y en un Estado acotado. Lo que algunos llaman «neoliberalismo». Pero no nos oponemos a proyectos sociales o a entregar subsidios… siempre y cuándo se enfoquen bien. «Solidaridad», «Progresa» y «Oportunidades», los programas sociales de reducción de la pobreza creados desde 1990 fueron diseñados por itamitas. Con una visión: ayudar a quien de verdad los necesita y focalizándose adecuadamente. Por ejemplo, darle más monto de beca a las mujeres de zonas rurales que siguen estudiando la preparatoria. Enfocar los beneficios.
El lema del ITAM es «por una sociedad más libre, más justa y más próspera». Y me consta que gran parte de mis compañeros nos hemos esmerado en hacerlo realidad. Porque eso sí: la libertad es nuestro valor supremo. Sea individual, de mercado, social o colectiva. Que nadie esté forzado a hacer lo que no quiere. En particular, si está atrapado por la pobreza o la ignorancia.
Los pilares del éxito del ITAM.
Atribuyo el éxito del ITAM a tres pilares:
- Que sus carreras en ciencias sociales (economía, ciencia política, relaciones internacionales) tienen una sólida formación matemática y estadística. No solo leemos los textos clásicos de nuestras áreas: también sabemos leer y construir modelos matemáticos. Eso ayuda a hacer mejores análisis que simplemente «tirar rollo». Eso nos destaca sobre escuelas que se aprenden de memoria un dogma, incapaces de ponerlo a prueba, o que repiten teorías sin fundamentos reales.
- A su departamento de Estudios Generales. Todos los alumnos (incluso los de carreras tecnológicas, como computación, matemáticas aplicadas o mecatrónica) llevamos tres cursos de historia de la filosofía, dos de sociología, uno de historia y uno de análisis sociológico aplicado al México contemporáneo. (Ideas e instituciones políticas y sociales I, II y III; Problemas de la Civilización Contemporánea I y II; Historia de México y Problemas de la Realidad Mexicana Contemporánea). El mérito es que la discusión en clase de lecturas previamente realizadas aporta el 40% de la calificación. Esto da amplia cultura general, da herramientas analíticas más lejos de tu propia carrera y permite aprender a debatir y defender tus ideas. Eso nos distingue de escuelas cuyos alumnos no pueden exponer lo que saben o lo que creen.
- Su amplio programa de becas. Al menos un tercio de los alumnos tienen beca. Desde un 10% de descuento hasta becas del 100% de colegiatura más dinero para manutención. Asignadas estrictamente por mérito académico y necesidad económica. Yo no hubiera podido estudiar allí licenciatura y maestría sin mis respectivas becas. Tener a tantos becarios eleva el nivel académico y la competitividad.
Las causas de las fallas.
También es justo decirlo. No todo es perfecto. Tenemos fallas, que no son menores, y que no hemos podido resolver adecuadamente. Hay que ser autocríticos también. ¿Las principales? Nos falta fomentar mucho más el espíritu emprendedor. Un ambiente tan competitivo -para mantener las becas- hace que generes personas altamente individualistas. «Tengo que hacer lo que sea para mantener promedio». Y eso incluye, a veces, trampas en los exámenes o sabotear a tus compañeros. Ni modo: también es cierto que tenemos personas que se han portado de formas poco éticas. Incluídos algunos prominentes funcionarios públicos. Es cierto.
Mis mejores amigos del ITAM no son de mi carrera y de mi generación. Sin duda tengo allí algunos, pero la gran mayoría son aquellos con quienes coincidí en actividades extraescolares (el periódico El Supuesto, consejos de alumnos, asociaciones como AIESEC o ALCANCE; los miembros de EXITAM, en particular del Consejo Consultivo. Personas de distintas carreras y años que tiene un rasgo en común: no competía con ellos por un promedio).
En fin. Que el ITAM no es el peor villano en la historia de México, está claro. Que les molestamos a muchos por ser «el niño aplicado» de la clase, lo creo. Y siendo tan pequeños pero influyentes, somos un enemigo demasiado pequeño para defendernos pero demasiado conocido como para atacarnos con beneficios. Sin embargo… esto no se ha acabado.
Imagen de hoy: Revista EXITAM Noviembre 2005. Puedes descargarla completa AQUI en PDF:
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