Pocas veces se ve a Jesús enojado en los evangelios. Y aunque no coinciden en cuándo ocurrió (para unos en su primera visita pascual a Jersualem; para otros, en la última), los cuatro evangelistas señalan que una de esas veces en que deja de ser cordial y generoso para perdonar es cuando, molesto de ver que el Templo no es casa de oración sino vil mercado, se hace un látigo de cuerdas, azota a los cambistas tirando sus mesas y libera a las palomas y otros animales. Supongo que se hizo una gran conmoción. (Mateo 21;1-13; Marcos 11:7-17; Lucas 19:45-48; Juan 2:11-16).
Como sea, no puede negarse que un Templo que era visitado por fieles y prosélitos de todo el mundo conocido requería un servicio de cambios de monedas. Y cuando la propia ley establecía tasas de impuestos y sacrificios de palomas, ovejas y otros animales «a precios fijos» por el rescate de un primer hijo varón, para purificar a las parturientas o para los jefes de familia, es obvio que se requiere tener los animales especificados. ¿Entonces, por qué se enoja?
Es claro: cuando dice que «entró al Templo», señala que no se halló un mercado afuera, o cerca del Templo. Es dentro del edificio, y más aún, da a entender que en la parte más sagrada del mismo. Es decir, la parte de la casa que debiera ser de de oración era cual mercado (porque, por supuesto y como lo saben muchos comerciantes, la ubicación es clave: por eso los comerciantes ambulantes se ponen en las entradas del metro u otros sitios de reunión, aunque pongan en riesgo la seguridad de los demás: allí pasa la gente y debe verlos o comprarles).
En fin. ¿Cuál fue la venganza de los mercaderes (o más bien, de muchos de sus descendientes y colegas siglos después)? Simple: hacer del cumpleaños de Jesús, de la celebración de su nacimiento, la fiesta comercial global más importante del año. Los niños hoy esperan los juguetes y regalos que traerá Santa Claus, y no la conmemoración del nacimiento del Salvador. Y eso, incluso niños de otras tradiciones religiosas y culturales están a la espera de eso. Y las fábricas de juguetes, golosinas, ropa; las tiendas todas y no pocas Iglesias hacen lo propio. Algo se nos perdió en el camino, definitivamente. (Y más cuando las baratas son en noviembre navideño, y Santa Claus es patrocinado por Coca-cola, como ya hemos comentado).