La semana anterior, mi querida amiga Mónica González (@MonicaGlezMoron) tuvo un incidente de tránsito. Le chocó un trailer por un lado -que se dio a la fuga- y un microbús por otro lado. Y si bien la ley obliga a que el transporte público tenga seguro, éste carecía de él. Es más, el chofer no tenía licencia, dinero, ni intención de pagar por su irresponsabilidad.
Así que pidió una patrulla para remitir el vehículo a la delegación y poder deslindar culpas. Tuvo que esperar más de diez horas a que una patrulla cumpliera su obligación, aún a pesar de solicitarla ocho veces a la Unidad de Contacto del Secretario de Seguridad Pública capitalino (@UCS_CDMX o el 5208-9898) ¿Se acuerdan de cuándo era ejemplar? En 2011 lo presumía. Ahora, de pena.
En fin. Que en redes sociales empezamos a hacer presión, incluyendo menciones de un par de periodistas y un par de activistas ciudadanos. Eso, más los RTs que nos regalaron a Mónica y a mi causaron la llegada de varias patrullas en menos de 30 minutos.
Luego tuvo que esperar casi 12 horas un peritaje. El chofer del microbús -carente de licencia y seguro, pero que aún así había aprobado la última revista- se quedó detenido hasta garantizar el pago. Había dicho que si no tenía dinero ni para comprar el seguro, menos para pagar el daño. Aparentemente, el dueño de la unidad tampoco quiso apoyar a su empleado. Al final, a las 48 horas quedó libre tras pagar. Y las unidades siguen en el corralón, hasta hoy.
Lo que me queda claro es que la ley no es un instrumento para normar conductas, sino para resolver conflictos. No hace que te portes de determinada manera. Reparte culpas si no lo haces. Hoy las redes sociales pueden hacer más para que la autoridad cumpla sus tareas que otras cosas.
Ley, el feo adorno
Así que decidí hacer un experimento: durante 20 kilómetros en el Viaducto Elevado Bicentenario y el segundo piso del Periférico, puse el piloto automático a 79 kilómetros por hora, ligeramente abajo de la velocidad máxima, y me puse a contar cuántos autos me rebasaban.
En total, en los quince minutos del experimento, me pasaron 43 vehículos. 3 de ellos rebasando a quien me rebasaba, pasando por el acotamiento. Uno me mentó la madre por ir despacio en el carril central -traía autos a ambos lados, por lo que no pudo rebasarme fácilmente-. Apenas rebasé a uno, ya casi al salir de la vía rápida.
Es decir, en promedio un vehículo cada 500 metros violaba el reglamento de tránsito. Y eso que solo vimos la velocidad: dejen los que no traían luces de freno, los que rebasaron doblemente por el acotamiento u otras restricciones ignoradas.
A final de cuentas, me quedó la idea de que la ley es un feo adorno, que no sirve para normar conductas ni conducir a la autoridad. Y eso es triste.
… y las frases de la semana
Uno de los libros que estoy leyendo incluye consejos y técnicas taoístas para la alimentación -y otros cambios de hábitos. Y sí: sin ser ley, funcionan bien. Uno de ellos es «comer el sol». Ya les hablaré de ello…
Lluvia y sol. Viento. Una tarde «fea» para los estándares de muchos. Pero parejas de enamorados y algunos viandantes la estábamos disfrutando. Oí a alguien quejarse del «día tan feo». Me parecía hermoso. Pero cada quien…
Y si: la tertulia del miércoles pasado, si bien no muy concurrida, estuvo muy interesante. Vaya que los asistentes la disfrutamos. Muchos lectores me pidieron organizar otra, con más tiempo. ¿Cuándo quieren y pueden?
Alguien se compró algo que deseaba por mucho tiempo. Ni una hora después, el artículo nuevo quedó ligeramente dañado… y ya no lo quería. En tanto, vi un niño sonreír porque alguien le chuleó su carrito: le faltaba una rueda y la había improvisado con cartón. Se veía feo, pero rodaba.
Ah si… Alguien me hizo enojar -y no por el incidente con la ley, por otra cosa-. Y vaya que costó trabajo mantenerme sereno y paciente. Pero, al final, vale el esfuerzo… Háganlo.
¿Y saben de dónde salió? De que mi hijo me agradeció s por cambiar de hábitos y tratar de cuidarme más. «Sé que lo haces para vivir más tiempo conmigo. Gracias papá». ¿Qué les digo?
Y si: la ley es mero adorno, en parte porque a quienes no les interesa respetarla, no la cumplirán… y a los demás nos da miedo exigir que los demás se sometan a la ley porque un buen día puede tocarnos a nosotros y eso no… (o porque nos da pena hacer cumplir la ley: pareceremos «autoritarios» y feos).
Imagen de hoy Daquella manera y postales por @gjsuap