Si, ando preocupado. La colecta en Kickstarter a favor de #Calexit está llegando a sus límites de tiempo. Pero no ha alcanzado sus límites mínimos de recaudación. Digamos que esta semana debía estar cerca del 75%. No ha llegado al 25%. Pero aún así la novela saldrá adelante.
Porque hay límites que te crees y límites que te creas. Es un hecho que más de 15 personas hayan confiado en el proyecto. Llevemos $6,000 de donativos. Eso implica que es el doble de dinero necesario para nuestro tiraje básico tradicional. Pero también que podríamos confiar que la primera caja se acabaría en un día. Nada mal para un proyecto Indie. Pero es «todo o nada»: si no llegamos a la meta, recibimos nada.
Me han dicho que me deje de tonterías y deje de pensar en escribir. O que vaya por una beca a Conaculta y escriba una novela en tres años en lugar de tres meses. O que «consiga trabajo y deje esto como hobbie». Pero no. Es algo más grande. Mi vocación, expresada en toda su fuerza y capacidad. Es lo que estoy llamado a hacer.
Y tal vez las frases de la semana recogieron esta misma idea: hay que hacer lo que hay que hacer. Sin parar. Sin límites. Porque, a final de cuentas, o te los crees o te los creas. Y si no haces ninguna de las dos cosas, eres imparable. Aunque cueste trabajo. Aunque a veces requieras una palmada en la espalda, o un buen abrazo… y no haya quien te los de. A seguir. A rebasar los límites. No se vale rendirse tan cerca del destino.
Límites ¿Te los crees o te los creas?
Frase inspirada tras un viaje en un Metrobús atascado… dónde casi todos iban con sus audífonos. Le sonreí a alguien, me devolvió la sonrisa… y volvió a lo que estaba. Al menos no me acusó de acosarla.
Obvio decir que esta postal fue la del día de mi cumpleaños. Mil gracias por todos sus cariños y muestras de aprecio. Me hicieron sentir muy querido y apreciado. Gracias a todas y todos.
Y por eso les sorprenden los «necios» que no nos rendimos. Que queremos hacer el mundo a nuestro modo en lugar de plegarnos a él. Lo lograré. Porque por voluntad no paramos.
Y sí: la vida es lo que es y hay que disfrutarla y no esperar a la muerte. Leía que hay un «síndrome de París» que afecta a gran mayoría de los japoneses que visitan la ciudad. Causa nausea, vómito, llanto y depresión. Y lo atribuyen a que la ciudad «no es lo que esperaban». No es tan romántica ni luminosa. ¿Será cierto?
Y por eso hay que encerrarse dentro de uno -a veces y por un rato- hasta encontrarla. Y si no está, ¡a crearla! Tal vez escuchando música de Beethoven pueden lograrlo.
A menos, claro, de que creas en las teorías de la conspiración y el «nunca llegamos». Pero como sea, ¡qué inspiración que haya huellas en la luna!
Y si eso pasa como lector… imagínate como autor. Me da miedo -pero me apasiona- lo que está saliendo en «#CALEXIT, la historia por venir». ¿Quieren leer un adelanto? Acá está. ¿Quieren que se logre pronto y bien? ¡Donen acá, desde $75 tienen libro electrónico, con su nombre!
Imagen de hoy: Beppe Rijs via Compfight y postales por @gjsuap