En el recuento de lo que pasó en 2017, me encuentro gran cantidad de cosas que no se lograron por los miedos. ¿Temía que pasara algo malo? ¿O que no pasara algo bueno? ¿O que lo bueno no durara? Como sea, lo que no hacía por miedos, aprendidos o reales, no salía. Y ahí voy, repitiendo el patrón a lo largo de todo el año. Dejando que el miedo me frenara, muchas veces antes de empezar o en las primeras etapas de las ideas. A final de cuentas, el fracaso pesó mucho en un año dominado por los miedos.
Si, logré cosas importantes. Pero también dejé muchas más por hacer, por miedo a Trump, a la pobreza, al rechazo, a la burla, a perder todo. Y seguí con pobreza relativa, siendo rechazado, recibiendo burlas, perdiendo todo. Y Trump siguió siendo presidente. Así que esa estrategia no funcionó.
Como les había contado, por primera vez en lustros (¿o décadas?) me di cuenta de que nunca había tomado «vacaciones» reales, y lo hice por dos semanas. (Acá los resultados). El mayor descubrimiento es que vencer los miedos era la mejor manera de ser feliz y lograr cosas.
Miedos, los vences o…
Y si, parece obvio y es bastante racional. La mayor parte de los miedos ocurren ante cosas que «pueden pasar». Si, hay arañas venenosas, capaces de matarte en una mordida. Pero viven en selvas lejanas, y en toda mi vida apenas habré visto tres de esas (una suelta cerca de la cama una vez; dos más en zoológicos). Así que vivir con miedo a las arañas no es práctico. O a los tiburones, los marcianos o las suegras. (A final de cuentas, los primeros viven muy lejos, los segundos aún más y de la tercera causa tendrás a lo más una a la vez… o ninguna).
Pero hay muchas otras cosas que puedes temer. A no acabar un proyecto. O que no te de tiempo. Miedo a que te quedes sin dinero. A que te asalten. O a que te digan que no, sea el cliente o la pareja. Y si, el año pasado dejé proyectos inconclusos, me robaron una computadora -y otras cosas más- y me dijeron que no en varias cosas, varias veces. Y la vida siguió, no se acabó en cada «no».
Aunque hacerle caso a los miedos terminó costando, mucho más de lo que pude ganar si asumía los riesgos vinculados a ello.
… te vencen.
Pues si, entendida la lección. No quiero repetirla en 2018. A no dejar que los miedos me detengan. A, por lo menos, plantear las preguntas y avanzar las cosas. Tal vez no serán las ideales, pero son mucho mejores de lo que me había planteado.
No solo eso: con varios amigos y clientes que he podido comentar esta actitud, están convencidos de hacer lo mismo: avanzaremos con todo en proyectos, sueños y logros, a los que no les tengamos miedos. Algunos fracasarán, otros no serán como habíamos pensado. Incluso hay algunos que ya fracasaron o tuvieron que posponerse (a pesar de que no van ni quince días en el año).
Como dice una querida amiga: «Las cosas podrán ser o no ser. Pero, al menos, habrá aprendizajes que puedes obtener. Tu decides qué harás con ellos». Y temo que tiene razón. Así que será un año enfocado en vencer los miedos.
Y bueno, les dejo el tema por acá para recordarles que ¡No tengan miedo, las cosas buenas pasan cuándo logramos vencer el miedo! Eso no es «no sentir miedo», es vencerlo. A por ello y a lograr las metas.
Imagen de hoy r2hox y video por @gjsuap