Esta semana será muy peculiar. Como cada año desde hace cuatro, me tocará regresar a una idea que empezó casi por accidente pero que me sirvió para tomar impulso y avanzar en varios temas. Obvio, voy muy animado ante la perspectiva de volver a un lugar especial. Pero también hay cosas que me preocupan.
Volver a dónde has sido feliz es una espada de doble filo. Puede suceder que el recuerdo de las cosas buenas te hagan poner alegre un tiempo. Ese espacio, aquel rincón, un pasillo especial… Todo eso te llena de buenos recuerdos y alegrías. Pero también ver los cambios que han ocurrido, las cosas que ya no son iguales… Ver el paso del tiempo tiene una pequeña carga negativa.
Esa «nostalgia por lo conocido» se siente de cuando en cuando. Volver a lo que ya conoces. Verlo con otros ojos… Estar de nuevo en los mismos lugares.
Regresar..
Por eso regresar es buena idea. A veces. Volveré con un grupo a Templo Mayor. Hablaremos de nuevo de «el Tesoro de Cuauhtémoc» en el sitio en que ocurre. Plantearemos de nuevo hacer visitas literarias basadas en la novela… Es volver a algo que me hizo feliz, aunque tuvo sus costos también.
Y entonces llego a la caja de inventarios. Y veo que ya no tengo ejemplares de El Tesoro, ni de Escribe Hoy. Me quedan apenas tres libros de Clara Sandra. Hay que reponer el inventario. Mandar a hacer más. Contar, alegre, que se ha agotado otro tiraje. Eso es buena noticia.
… o recrear
Entonces pienso que hay más personas pidiendo la continuación de algunas de esas historias. «El hombre que dejó de soñar» está lista. La tercera parte de Clara Sandra. Pero no la segunda parte. «Las mujeres que solían soñar». Esa está en proceso de edición profunda. Y no la he avanzado.
La verdad es que me cuesta mucho tiempo. Volver a trabajar algo que ya tenías listo. Descubrir que tiene fallas. Hay que adecuarla, o corregirla. No es grave, pero no está bien. Y entonces entra la duda si no conviene más recrearla, empezarla de cero nuevamente, en vez de tratar de editarla.
Y ese, estimados amigos, es el dilema de estos días. Regresar o recrear. Hacer lo mismo o hacerlo diferente. Cambiar lo que ya está o hacerlo de nuevo. Volver a lo conocido o empezar otra cosa.
¿Por qué no ambas?
Así pues, parece que la decisión correcta es nuevamente la «dorada medianía» de Aristóteles: volver a hacer una parte de lo que me gusta, rehacer lo que hay que cambiar. Tomar lo bueno de lo que ya está y buscar mejorarlo.
Tal vez, solo tal vez, hacer ambas en la respuesta correcta. Por lo pronto, les contaré en poco tiempo cómo me fue en el espacio sagrado de los mexicas y qué emociones y energías me encuentro en esta vez, en que tendré que regresar a un lugar que me ha hecho feliz y me ha inspirado en el pasado. Veremos.