Todos los que estamos en una batalla tenemos distintas opciones: Ganar, perder o rendirse. Ganar, está claro: es ser más fuerte que el oponente. Perder, es ser más débil que el contrario. Rendirse… rendirse es ser más débil que uno mismo. Y eso es lo peor que puedes hacer.
Si, hay veces que es necesario «asumir las pérdidas» y dejar de insistir. Por ejemplo, al ir a un casino. Asume cuánto es lo máximo que puedes perder, y juega hasta que se te acabe el tiempo o el dinero, previamente asignados. La tentación de seguir adelante más allá estará presente. Pero… debes ser disciplinado y seguir hasta ganar o perder, pero no al rendirte.
Si, hay momentos en que la depresión te puede ganar, y más ante las dificultades. O que puedes considerar en rendirte. No lo hagas. Te perderás la oportunidad de conocer tus verdaderos límites si lo haces así.
No rendirse… no es fácil.
Por ejemplo, la foto de hoy es de Eduardo Abaroa y data de 1873. Seguramente muy pocos han oído hablar de él. Y eso es porque se trata de un héroe… poco conocido. ¿Ustedes recuerdan que Bolivia no tiene salida al mar? Pues en 1873 peleó una guerra contra Chile, quien le ganó el territorio de Litoral a Bolivia y lo dejó «seco», sin mar.
Pues bueno, Eduardo Abaroa era un contador y empresario boliviano que tenía minas y pastizales. Fue el primer civil en ofrecerse como voluntario para la guerra contra Chile por el paso al mar. En la batalla de Tópater, tomó un puente y, él solo con dos rifles, detuvo la carga de 100 hombres en su contra. Sin embargo, como estaba atrincherado con un asistente -que le cargaba los rifles-, parecía que eran más hombres.
El coronel Villagrán, responsable de la carga chilena dio orden de no matarle, por lo que los disparos eran a su alrededor. Eventualmente, le gritó: «Ríndase y le concedo la vida».
«¿Rendirme yo? ¡Cobardes! ¡Que se rinda su abuela!», con lo cual agotó la paciencia de Villagrán, quien ordenó tirar a matar. Al final, tras 20 chilenos muertos y la carga detenida, pudieron encontrar que era un único hombre el que los había frenado, y que ni siquiera era militar. Fue el primer civil muerto en la guerra.
Los chilenos le ofrecieron una salva de honor y lo enterraron envuelto en la bandera chilena, a falta de una bandera boliviana. Reconocieron en tan feroz enemigo alguien a quien pudieron matar, pero no derrotar.
Así que… Siguiendo su ejemplo, no nos queda más que decir: «¿Rendirme yo? ¡Cobardes!»
Imagen de hoy @Chile_Satelital