Después llegará el momento en que te tocará soñar y escoger las metas en la vida en función de tus sueños: dónde vivir, con quién hacer pareja, cuántos hijos tener y cómo educarlos… Todo eso también.
Y luego será el momento de los grandes sueños: qué sentido darle a tu vida. Qué hacer además de trabajar. Cuál es tu objetivo, o tu vocación. Todo eso. La base es soñar, sin duda.
Soñar es lo adecuado… pero no basta
Y si bien soñar es la base, no basta. Muchos textos posteriores a «el Secreto», la película que popularizó la ley de la atracción enfatizan una cosa: soñar, pedir, emoción, visualización… todo eso es importante y necesario. Pero sin acción, no sirve de nada.
Conozco a tantas personas que tienen grandes planes en la vida. Pero no pasan de planear. De hecho, en más de un sentido soy uno de ellos. Cuándo veo hacia atrás en 2017 y veo cuántas señales y acciones concretas sucedieron. Acciones y señales que me marcaban cuál era el camino a seguir, y no lo hice.
Eso es un problema. La falta de acción te frena. Y, a veces, es lo más común. No actuar.
Y cuándo veo metas como lo que puse en el «Manifiesto de Don Quijote«, hace casi dos años, notas la diferencia. Entre lo que dijiste que harías y lo que hiciste. Entre lo que hizo que las cosas sucedieran y lo que no. Cuándo veo mis logros, estoy contento. Y cuándo veo los de mis clientes, amigos o discípulos, mucho más.
Algunos ya lograron sus metas. Otros avanzan hacia ellas. ¿Qué tenemos en común? Soñamos, si. Pero también actuamos para hacerlo realidad.
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