Como les comenté el lunes pasado, esta semana fue de sustos y disgustos. De sustos, porque aparentemente y según una prueba rápida me había contagiado de COVID-19. Y de disgustos porque en la familia había mucha molestia: ¿Cómo me había descuidado al grado de contagiarme del virus? Y ¿Por qué no les dije nada y seguí mis rutinas «normales», aún con el riesgo de matarlos a todos (sic)?
Bueno, en parte -y como les había comentado- porque de los diez síntomas que supuestamente causa el coronavirus, tenía apenas uno, sin intensidad ni frecuencia preocupante. Percibía bien olores y sabores, no tenía dolor de cabeza, articulaciones o pulmones; no tenía dificultad para respirar, fiebre u oxigenación abajo del 90%. Estornudaba más de lo normal -y eso, ocasionalmente-. Y había días en que, al salir de bañarme, me dolían los pulmones por el frío.
No sabemos. ¿Fue una infección de vías respiratorias, un mero enfriamiento, una neumonía o COVID-19? La verdad es que no lo sabremos con plena certeza, pero tampoco me acongoja mucho saber qué fue: una molestia temporal, muchas personas enojadas… y una prueba negativa. O sea, o no tuve la peligrosa enfermedad, o ya le gané la batalla… por ahora.
Sustos y disgustos…
Por supuesto que fueron días de sustos y disgustos: una primera prueba rápida -como las que me había hecho al inicio del mes- señalaron que ya había tenido el virus -dado que daba positivo a los anticuerpos- pero que no estaba activo en ese momento. Sabiendo que las pruebas rápidas pueden fallar, fue necesario conseguir una prueba de laboratorio en sangre. Esta confirmó que había tenido el virus, pero que mis anticuerpos estaban más altos que el conteo del virus. Era necesaria otra prueba.
Desafortunadamente, las pruebas de laboratorio tipo PCR, más concluyentes, son seis veces más caras que las pruebas rápidas y tardan hasta 72 horas en dar resultados. Así que, ni modo: fue cosa de armarse de paciencia y de tratar de descubrir dónde y cuándo pude contagiarme.
Es cierto que en la primera semana de diciembre había comido con unos amigos de los cuales 4 habían dado positivo. Ese era mi riesgo más alto, en particular porque aún con la distancia, la comida fue en salón pequeño y sin cubrebocas. Luego, el viaje en avión era otro sospechoso, por mucho que lo hubiera disfrutado y que lo haya realizado con un cubrebocas N95, no estaba certificado.
… afortunadamente, de lejos.
Al final de cuentas, la prueba más concluyente, la PCR, salió negativa. Eso quiere decir que, o nunca me dio, o me dio de manera ligera, tal que fui asintomático, poco contagioso o que el tratamiento que empecé el 17 de diciembre logró controlar al bicho.
Lo cierto es que los sustos y disgustos en casa no acabaron rápido. ¡Y con razón!: ¿Acaso en verdad me descuidé, después de nueve meses de medidas estrictas? Posible, pero poco probable. ¿La prueba dio un falso positivo? No es algo que se pueda descartar, pero también es probable. ¿Me dio el virus y mi cuerpo logró controlarlo? No es de descartar, en particular si consideran que llevo una alimentación sana, mi consumo de frutas con vitamina C es cotidiano y al hecho de que practiqué montañismo mucho tiempo, lo que hace que mis pulmones sean unas bolsas más grandes que lo normal, y con un número de alveolos más arriba del promedio.
Lo cierto, sin duda, es que el estrés de estos días no se le desea a nadie. Y el hecho de que salí negativo en la prueba final y concluyente nos enseña una cosa: soy un tipo con suerte, que tomó medidas de precaución a tiempo y medicación ante el mero riesgo. Al final, no pasó a mayores… pero ya tengo algo más de qué escribirles en primera persona: el miedo no de contagiarse de COVID, sino el de poner en riesgo a la familia. Afortunadamente, eso no ha pasado y será cosa de seguirme cuidando. Al menos, viví para contarla… lo que se agradece sin duda.
Por cierto… ¡Feliz año nuevo 2021 a todos nuestros lectores! Al final y pese a todo, superamos el 2020. Eso es, en sí mismo, una buena noticia. Abrazo fuerte para todos.
Imagen de hoy: Cottonbro en Pexels.com y videoresumen por Gjsuap.
Mi estimado Gonzo:
Me alegro mucho que que al final solo allá sido un susto y la prueba final resulto negativa.
Ya tienes algo mas de que platicar…
Coincido contigo; creo que el mayor temor mas allá de contagiarse es el de llevar la enfermedad a la familia.
Por vía de mientras te mando un enorme abrazo y mis mejores deseos para este nuevo año…