Velasco Piña: Adiós maestro, nos debemos una charla.

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Velasco Piña y el despertar de México

Me enteré casi de rebote que el pasado 27 de diciembre falleció en la Ciudad de México Antonio Velasco Piña. Tuve oportunidad de verlo en persona unas cinco o seis veces. Siendo uno de los autores que más influyó en mi estilo literario, me era importante poder platicar. Pero esa charla -planteada durante la presentación de su libro El retorno de las águilas y los jaguares y vuelta a plantear en la ALDF- ya no se dió.

Me apena mucho porque, precisamente, la segunda parte de «El tesoro de Cuauhtémoc«, llamada «La herencia de Cortés» está en edición. Requería de su retroalimentación… y ya no se podrá dar. Al menos, no en este plano.

Sigo sosteniendo que el mejor musical hecho en México con un guión original es precisamente «Regina, un musical para una nación que despierta». Basado en una obra homónima de Velasco Piña. Es aquel célebre caso en que, al final de la temporada -en la primera vez en toda su carrera en que Lucero hacía teatro musical-, el guarura sacó la pistola y encañonó a los periodistas para que la dejaran salir. Actitud errónea y pendenciera que la actriz justificó con un «¿Y….?»… hasta que vio el video original y notó el error de su guardaespaldas. Pero el daño a su carrera estaba hecho.

No pierde mérito.

Eso no le quita el gran mérito que implicó ver a Lucero en escena, justamente en ese papel. Justo en un momento en que México estaba por despertar a la democracia. Sigo pensando que todo está vinculado y que el daño al mensaje -tanto por la manipulación de Televisa al guión final como por el sesgo comercial que le metió- contribuyó al fracaso. Al fracaso tanto del gobierno de Fox como a la postergación del despertar de México.

Hay quien dice que Antonio Velasco Piña es un escritor de best-sellers bastante menor; que desde la obra que se le atribuye con seudónimo, «La mujer dormida debe dar a luz». Hasta algunas obras irrelevantes, como «Cartas entre un obispo y un general», vivió de hacer una mezcolanza de historia de México y enseñanzas New Age. Es el caso de «Regina», quienes muchos ven como un champurrado de enseñanzas budistas, indigenistas y una manipulación del movimiento de 1968. Cuándo, en realidad, es mucho más que eso.

Velasco Piña: Un gran maestro

Algunos de sus discípulos tampoco contribuyeron a darle seriedad a su mensaje. Como aquel político, diputado local, que le daba por firmar como «El Siervo», aduciendo que era la reencarnación de Morelos y que lograría un despertar de México. O los que se acercaban para que arropara cuánta iniciativa pudiera.

Pero tiene un gran mérito, que he retomado en algunas de mis obras, y que solemos dejar de lado: buena parte de las decisiones de los «héroes nacionales» tienen un fuerte componente esotérico y/o religioso. Un héroe verdadero (y no un autoproclamado creador de una supuesta Cuarta Transformación) tiene un contacto real y profundo con los Guardianes de la Tradición. Habla con ellos y se conecta, no en el sentido de ser el Tata Mandón o de recibir simbólicamente el bastón de mando.

No: su conexión es más real y profunda. Es Madero tratando de contactar al espíritu de Benito Juárez. Es Hidalgo convocando la lluvia a través de los graniceros para vencer en la Batalla de Monte de las Cruces. Y decide no tomar la Ciudad de México porque su ejército «no estaba espiritualmente listo» y prefirió alejarse.

Su influencia, sin duda.

Es ese el espíritu detrás de «El tesoro de Cuauhtémoc»: ¿Cómo puede un general y Huey Tlatoani rendirse, si eso es contrario a su honor militar y a su prestigio guerrero? Porque ve sufrir a su pueblo. ¿Cuándo y cómo puede asumir el poder Porfirio Díaz? En el momento en que se asume como un heredero de la raíz indígena y pide permiso a los guardianes de la tradición. No ganó el poder el abogado y general, sino el indígena que quería el bien para su pueblo. En ese sentido, mis obras son continuación del material del maestro Velasco Piña. Por eso me parecía importante su visión.

Si, durante la charla en el Castillo de Chapultepec, pude ver mucho de lo que su propia timidez y afabilidad escondían. Durante la función de «Regina» en la que pude hablar con él, le comenté lo importante que había despertado en mí su obra. Lo recibió como un pequeño cumplido, pero se cerró más. En la ALDF pudimos platicar a detalle de «El Tesoro de Cuauhtémoc», entonces apenas un esbozo. «Tiene mucha razón. Hágamelo llegar cuando lo termine, y platicamos.

A través de tres amigos comunes supuestamente le llegó el libro, y quedaron de que pronto me vería para platicarlo. Si asumimos que se publicó en 2015 y estamos en 2020, yo pensaría que cinco años bastan para lograr una cita. No fue el caso.

Velasco Piña y Regina.

Sin duda, su obra más conocida -y, en buena medida, por su adaptación al teatro musical- es «Regina, un musical para una nación que despierta». La lógica es que Regina es la reencarnación del espíritu de Cuauhtémoc, y tiene por labor «despertar la mexicanidad». Esto a través de lograr que «la mujer dormida», el Iztaccihuatl, despierte y nos de sus conocimientos. Pero Regina, además de la encarnación de Cuauhtémoc, nació cerca de Paniagua, la hacienda donde vivió Sor Juana. Es también una Daikini, un espíritu capaz de comunicarse con el espíritu de las montañas y de hacerse obedecer por la naturaleza.

Para lograr el despertar de México tiene que lograr una manifestación multitudinaria pero en silencio -la marcha del silencio-; hacer un toque de campanas sagradas en Catedral -sabiendo que la reja del coro es en realidad una colección de campanas budistas traídas de China-. Y en caso de que todo falle, se requiere un sacrificio ritual de 300 personas en una pirámide femenina… en Tlatelolco. Sacrificio que, supuestamente, es voluntario y ocurre el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas.

Ahora se ve por qué tanto rechazo al maestro: decirle a las Izquierdas que su movimiento «estelar» es más esotérico que comunista; decirle a la derecha que esa represión era necesaria para un despertar espiritual de México; decirle al gobierno que no «masacraron» a nadie, sino que ayudaron a despertar a la democracia nacional; y decirle al Pueblo que todo lo que hizo tenía unas «fuerzas ocultas» detrás… Como se ve, parece un sincretismo peligroso e inútil.

Pero para quienes entendemos que hay un más allá; que México es un espíritu que trasciende tiempos y espacio y que requiere despertar; y que la grandeza de éste país está dormida… para todos nosotros, el maestro Velasco Piña será un ejemplo a seguir. Y espero que pronto, muy pronto, pueda cumplir mi rol en el despertar del espíritu nacional: ya lo merecemos y es impostergable.

Imagen de hoy: Aron Visuals en Pexels.com

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