Gutiérrez Vivó. II. La Consolidación

Hasta en el metro...

Hasta en el metro - Imagen via Wikipedia

«Don José» como le gustaba ser llamado, alcanzó la plenitud como conductor de noticias de radio en la primera mitad de los años noventa. Con su noticiero de larga duración podía tener una fuerza y cobertura extraordinaria. En algún momento, llegó a ostentar hasta el 50% de la audiencia total efectiva en noticieros de radio para esa hora en el Valle de México.

Incorporó a su noticiero las «conferencias matutinas», en que personajes como Miguel Ángel Cornejo o Ikram Antaki hablaban con el público una hora prácticamente sin interrupciones (cuatro cortes breves de un par de minutos, más el reporte vial). Lo novedoso es que era un programa de revista pero de nivel: no sobre recetas de cocina u horóscopos, sino sobre filosofía, superación personal, deberes y obligaciones ciudadanas.

Otro gran experimento que logró realizar eran sus reportajes internacionales: por una semana cada vez, un par de veces al año hacía sus programas «Monitor desde…» y transmitía, en directo, de diferentes países de Europa, Sudamérica, Asia o bien de ciudades de Estados Unidos. Fue el primer periodista mexicano en transmitir en vivo desde la Foro Económico de Davos y desde Singapur, Vietnam y China un programa de tres horas continuas cada vez, mostrando que hacían bien y qué hacían mal esos países y ciudades.

Por supuesto, la Red Vial fue otra de sus novedades en el caso mexicano: desde un helicóptero (primero un pequeño helicóptero de cabina de burbuja; eventualmente, hasta tres helicópteros) reportaba la situación vial de la capital, reforzada por veinte motociclistas que reportaban en vivo, en un momento en que la telefonía celular no existía y los radioteléfonos eran muy caros.

A pesar del alto costo de la producción que implicaba hacer una mesa de análisis sin comerciales por más de una hora, o hacer volar tres helicópteros simultáneamente (incluso, llegó a aterrizar uno en el Zócalo, cuando era espacio aéreo restringido), la venta de publicidad le permitía cubrir todo y la fuerza de su audiencia permitía aguantar cualquier intento de boicot. Así, un caso como el de Carmen Aristegui era impensable.

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