Que el arranque del gobierno de Donald Trump nos tiene a todos preocupados, es notorio. Que la verdad es que debemos temerle menos de lo que parece… también. A final de cuentas, Trumplandia aún es más una caricatura de lo que puede ser.
Hay algo que debemos tener en cuenta: Es el primer cargo público de Donald Trump. Toda su vida ha sido empresario, y apenas se está metiendo a la arena de la política. No demos perder de vista que su éxito se debe, en buena medida, a eso mismo: al ser neófito, hizo promesas que no podrá cumplir.
Esto no solo por maldad o vileza: es porque en el sector público «lo que no está expresamente permitido, está prohibido». En tanto que en el sector privado «lo que no está expresamente prohibido, está permitido». Digamos que en sus empresas puede mandar que se haga algo y se tiene que hacer de inmediato. Puede contratar o despedir a quien quiera con total libertad -aunque algunos despidos le puedan costar mucho más dinero que otros-. Pero en el sector público no es así.
Un ejemplo: la construcción del muro. La orden ejecutiva se hizo aparecer como que «de inmediato» se empezaría el muro. Pero en realidad lo que establece es que todas las agencias federales tienen 30 días para determinar cuánto de su presupuesto se gasta en México. Y el Departamento de Estado tiene 60 días para reunir la información y presentarle un informe. Así que en 90 días verán si empieza el proceso de licitación, por lo que el muro se empiece otros 90 días después… es decir, en Julio.
Trumplandia: Lo que sigue
Lo cierto es que, mientras tanto, sus dichos y desdichos, errores y aclaraciones seguirán metiendo ruido en las relaciones binacionales -y en el resto del mundo, en realidad.
No olvidemos, por ejemplo, que la cancelación de inversiones de las automotrices norteamericanas en México tiene un motivo: el gobierno de Estados Unidos es dueño del 33% de General Motors. Y de una cantidad menor de Chrysler. Además, le prestó dinero a Ford por un monto importante. Son «malas» inversiones en materia de creación de empleos: 600 puestos con 1,000 millones de dólares, implican casi 1.6 millones de dólares por empleado. Con 35 millones de pesos, acá se ponen empresas más productivas para más personas. Pero si, se ven «grandes» inversiones y respuestas importantes. Pero los costos tan altos en EE.UU. seguirán haciendo que pierdan dinero. El último trimestre, Ford perdió 700 millones de dólares. 200 de ellos por su cancelación en la planta de San Luis Potosí.
El impuesto propuesto de 20% acaba afectando al consumidor norteamericano. Y si bien algunos productores venderán menos, el margen de ganancia dados nuestros costos aguantaría ese impuesto. Que, de avanzar, tomaría entre cuatro y seis meses para implementarse.
Es decir, aunque Trumplandia va en marcha, no será rápido. Y en una de esas, se «cae» antes de tiempo: los errores del señor pueden causar su impeachment o despido antes de lo que creemos. A ver qué pasa.
Imagen de hoy: DonkeyHotey via Compfight