Dentro de la música mexicana, en concreto los sones para mariachi, hay uno que me resuena mucho. Aquella que Vicente Fernández hizo un ícono destacado. Canción que solía tararear y hasta cantar con voz en pecho mi abuelo materno. Y que a veces me hace a mí también cantar el coro: “Y volver, volveeer, volveeeeeer…”.
Y no es solo porque sea necio —que lo soy—. Es también porque me hace sentido la canción en aquellos momentos en que toca rescatar cosas perdidas, relaciones dañadas o momentos olvidados. Sí, hay veces en que se antoja regresar a algo, que aunque parecía superado, hace falta en la vida. En ocasiones, lo que te aleja es un cambio en las circunstancias, o en el ánimo, o en las facilidades. Por ejemplo, tras la pandemia he vuelto a pasar hasta dos horas en recorridos que podía hacer en media hora; o tener que estar en juntas presenciales de varias horas, que podías atender en minutos a distancia.
Y volver…
A veces me preguntaban cuándo iba a reintentar algunas cosas y volver a publicar en el blog. Algo de sentido tenía la pregunta, porque la entrada más reciente es ¡del 9 de enero! (pueden verla aquí). Y, antes de eso, 2022 tampoco fue el año más constante. Y peor aún si consideran que hubo meses en que se publicaba a diario. Claro que un esfuerzo de más de 10 años continuos también agota.
Particularmente porque el clima en redes se fue enrareciendo y enviciando mucho. Cualquier cosa sobre política u otros temas terminaba en polémica. Así que mejor les hablé de mis hábitos dietéticos. Y hasta eso generó correos y posturas muy agresivas y polémicas. Total, el célebre “con nada les das gusto” ayudó a pensar que era mejor no hacer nada. O, peor aún, a dejar unas diez entradas en borrador, sin publicarlas.
Volveeer, volveeeeeer…
Claro que también tiene que ver con otras realidades: más labores en el trabajo, menos ingresos en otros proyectos, que las nuevas versiones del software hace más complicadas tareas sencillas —si antes bastaban un par de clics, ahora hay que redefinir todo—. El hecho de que muchos crean que la inteligencia artificial puede hacer un mejor trabajo creativo que nosotros o que las herramientas de corrección de estilo te estén continuamente interrumpiendo.
Sí, sin duda, veo entradas viejas y me doy cuenta de que tienen errores de dedo, frases mal puestas o inconsistencias que parecen imperdonables; hoy no me permito ni dejar ir dos espacios juntos. Pero el costo de hacer eso es que hasta escribir un mensaje breve toma mucho más tiempo. Y todo para enterarme de que hoy prefieren videos y pódcast.
Ya comentaremos más sobre ello y los otros proyectos que pretendo avanzar lo que queda de 2023, y a los que les agradeceré que acompañen e impulsen. Porque, a final de cuentas, los autores independientes solo tenemos a nuestro público allí: no patrocinadores, no anunciantes, no sesgos a lo que podemos decir y hacer, pero tampoco apoyos monetarios o publicitarios para nuestras labores.
… A tus ojos, otra vez…
Bueno, pues empezando septiembre y acá estamos de nuevo, con un compromiso: Publicar al menos una vez por semana. Pero sujeto a lo que decía Vicente Fernández: “Mientras ustedes no dejen de aplaudir, yo no dejo de cantar”. En este caso, mientras ustedes sigan leyendo, compartiendo e interactuando, yo seguiré escribiendo.
O, para decirlo más correctamente —y volviendo a la canción que nos hizo reflexionar hoy— “yo quiero volver, volveer, volveeeeer, a tus ojos otra vez”. ¿Me ayudarás a cerrar bien este año? Confío en que si.
Imagen de hoy: Jair Hernández desde Pexels.com.
Bienvenido de vuelta