Andrew Roberts se hace una pregunta clave en su libro «Hitler y Churchill»: ¿Cómo puede un hombre liderear a cien? Esto le lleva a reflexionar en torno a dos figuras que fueron soldados durante la Primera Guerra Mundial, preguntándose qué les lleva a madurar y crecer lo suficiente como para volverse líderes de sus respectivos países.
Winston Churchill y Adolf Hitler, basados en distintas combinaciones de oratoria, carisma, relaciones públicas, trato personal, creación de símbolos, logotipos y señas de identidad y con diversos grados de delegación de facultades a sus subalternos, fueron líderes que participaron en el desarrollo de un complicado escenario que causó la muerte a millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial. Y un punto en común de ambos es que fueron soldados (y de trinchera) durante la Primera Guerra Mundial.
En el caso de Adolf Hitler (ilustrado arriba, primera fila a la izquierda, identificado con una cruz blanca) en la juventud tuvo vocación artística. Claro que su desempeño mediocre en la escuela y falta de formación adecuada en materia artística le impidió entrar a una escuela artística prestigiada en Viena, y dejó la formación escolar en 1916, a pesar de su talento. Vivió casi seis años mitad bohemio mitad vago en Viena. Evitando ser enrolado en el ejército, dejó esa ciudad para ir a Munich, entonces capital de Bavaria. En 1913 recibió una orden de conscripción, pero al ser evaluado se le encontró «inadecuado… muy débil… incapaz del servicio de las armas». Sin embargo, ante la muerte del Archiduque Francisco Fernando su pasión xenófoba, particularmente contra los eslavos se desató, asistiendo a inscribirse como voluntario al ejército de Bavaria. Recibió dos Cruces de Hierro por su valor en combate, fue herido varias veces y peleó en la frontera franco belga, duró cuatro años en las trincheras. Alcanzó el grado de Lancero, pero no mucho más. En una ocasión el hospital en que se encontraba hospitalizado en Berlín fue evacuado y apenas salvó la vida. El final de la guerra en 1918 le encuentra parcialmente ciego, víctima de un ataque con gas mostaza.
Winston Churchill fue reportero y fotógrafo durante el final del siglo XIX. Fue corresponsal de guerra y autor de libros históricos. Vivió la Primera Guerra en la frontera franco belga, en dónde era parte del regimiento Real de Fusileros Escoceses. La foto data de 1916, y es quien está sentado al centro. Claro que no era soldado común, pues en 1900 fue electo al Parlamento, y en 1911 fue declarado Lord del Almirantazgo. Se preparó para la guerra y apoyó la introducción de un arma nueva, el tanque. Se le atribuye que Inglaterra estaba lista para el conflicto de 1914, dado que él la preparó. Sin embargo, por un fracaso en la operación Dardanelles fue degradado, por lo que renunció a su cargo en el gobierno y se enlistó como soldado en el frente, a dónde llegó a tener el grado de coronel. En 1917 fue nombrado Ministro de Municiones, Secretario de Estado para la Guerra y el Aire y luego Ministro de las Colonias hasta 1922. Sin embargo, a la llegada de la paz perdió la elección y se separa del Parlamento, al que regresará en 1924.
Para ambos personajes, su participación directa en la guerra será algo que les marque su carácter y que influirá en sus posteriores desempeños políticos y militares.