Imagina que eres un español tratando de conquistar el Imperio Azteca en 1519. Tu capitán, Hernán Cortés, te manda a un volcán activo a buscar azufre, que necesitan para hacer pólvora una vez que Cuba ha dejado de dar suministros. Es tan posible tu muerte que hasta piensas en tu epitafio.
Porque, además, los guías nativos, tlaxcaltecas, no te quieren llevar: temen al espíritu que habita esa montaña de más de 5,400 metros, más alto que el Mont Blanc, la montaña más alta de los Alpes. Y, para colmo, debes ascender sin equipo especial, con tu armadura y yelmo de metal, con tus armas y provisiones para varios días, con temblores y ventiscas… Terrible y difícil.
Pues eso le pasó a Diego de Ordaz y dos soldados, que gracias a ello fueron los primeros españoles en ascender al Popocatépetl, los primeros en ver la gran Tenochitlán y los primeros en identificar lo que será llamado «paso de Cortés», el atajo que pasa en medio de los dos volcanes del Valle de México.
La historia real
En efecto, si hay un elemento clave en la Conquista de México fue el hecho de que Hernán Cortés pudiera hacer pólvora. Recuerden que originalmente salió de Cuba con un permiso para explorar, no para conquistar. Al grado de que mandan a Pánfilo de Narváez a detenerlo. No sólo no lo logra, sino que sus tropas cambian de bando y se suman a Cortés.
Pero una pequeña exploración de investigación carecería de los elementos para una invasión de gran escala. Por ello, conseguir azufre -elemento fundamental para hacer pólvora- era vital para la expedición. De allí la idea de subir al volcán activo para conseguir ese elemento. Nada fácil, pero importantísimo.
De ello, hay referencias en las Cartas de Relación de Hernán Cortés, en las Crónicas de Bernal Díaz del Castillo y en la propia correspondencia de Diego de Ordaz. Todos ellos se usaron en «Epitafio» como referencia y para los diálogos en el guión.
Para saber más sobre la Conquista, les recomiendo leer mi novela «El tesoro de Cuauhtémoc«.
Epitafio, la película.
Yulene Olaizola (@YuleneOlaizola) y Rubén Imaz (@RubenImazCastro) hicieron una magnífica película basada en esa anécdota. Filmada en locaciones en el Popocatépetl y el Pico de Orizaba, buena parte de la misma se fotografío a más de 4,000 metros de altura. Se usaron armaduras y armas bastante reales, pesadas y macizas.
Los diálogos son en español antiguo y náhuatl. La fotografía y la música son notables. Falla a ratos el sonido. Hay algunos diálogos inaudibles. Alguien me dice, y con razón, que es un poco lenta -porque, a final de cuentas, es una película de supervivencia, en lo que lo importante es lo que se ve, no lo que se dice. Las actuaciones me parecen muy buenas. Hay momentos en que la fotografía sobrecoge y la música la acompaña muy bien.
Tiene pequeños errores: un rayo láser que se cuela en una escena. El hecho de que el Popocatépetl voló parte de su domo y tenía nieve más baja en 1519, por lo que no se parece al que sale en la película. O que suelte una fumarola negra y en la siguiente escena sea una nube blanca. Pero pueden ignorarse, dado que no se usaron efectos digitales: lo que ves es lo que se fotografió. Tal vez un poco editado, pero es genial.
Vale la pena verla, aunque les parezca un poco lenta o les incomode leer subtítulos en español -en la parte que se habla en náhuatl. También puede incomodar que sean pocos personajes. Uno esperaría ver muchos más. Pero esos bastan para una buena anécdota que merece ganar más premios que los que lleva.
Les dejó acá el trailer oficial de la película. Creo que estará poco tiempo en cartelera comercial, por lo que recomiendo verla muy pronto. Porque, a pesar de los detalles malos que algunos le encuentran, fue una hazaña ascender el Popocatépetl en 1519 y fue otra hazaña hacer una gran película sobre ello. Hay que apoyarla y conocer más de nuestra historia.
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