Es obligatorio -aunque rompamos el calendario de publicaciones- hablar de una noticia que se esperaba desde hace cincuenta y seis años. A veces con miedo -entre sus partidarios- o con esperanaza -entre sus detractores-. Fidel Castro, el histórico líder de la Revolución Cubana, ha muerto.
Y si: para miles de exiliados cubanos en Florida, es una gran noticia. Llevan más de medio siglo esperando a que él y su régimen caigan. No pasó ni uno ni lo otro, por lo que la muerte del dictador es la segunda mejor noticia que podrían recibir. Muchos aseguran que irá al infierno por haberlos despojado de sus bienes, sus riquezas y su futuro.
Aunque esperar medio siglo para ello ya debió permitir otra esperanza y otros resultados. Es demasiado tiempo para vivir en un mismo odio. A final de cuentas, ya son los nietos de los desplazados los que reciben la noticia. Agravios que, como Montescos y Capuletos, ya es un odio heredado sin afrenta real por limpiar.
Del otro lado, millones de cubanos han tenido una vida con carencias materiales, pero con cobertura prácticamente universal y gratuita de educación y salud. Tienen una esperanza de vida al menos cinco años mayor que el promedio de América Latina. Un analfabetismo inferior al 1% -y concentrado en personas de avanzada edad o con capacidades disminuidas-. Y la posibilidad de tener comida, ropa y casa asegurada, así sea pequeña o escasa.
Fidel, el católico.
Muchos olvidan que la revolución cubana contra el régimen de Batista empezó en México. De hecho, muy cerca del Monumento a la Revolución y atrás del Museo Nacional de San Carlos. Allí está el pequeño Jardín Tabacalera, sitio en el que Fidel y el Ché Guevara -entre otros- se reunieron a planear la revolución en Cuba. De hecho, fueron detenidos por un agente de la Dirección Federal de Seguridad, la policía política de México. Los dejó ir a condición de que no dañaran a México. Y cumplieron: cuándo la izquierda nacional acusó a Carlos Salinas de fradue, Fidel vino a su toma de posesión y dijo que era el presidente legal. Fin del alegato de la izquierda. Por su parte, Fernando Gutiérrez Barrios, el agente que lo detuvo, llegó a ser Secretario de Gobernación en México.
Otros lo acusan de ser un furibundo comunista come curas. La verdad es que no: al triunfo de la Revolución en enero de 1959, dió gracias a la Virgen María por su apoyo para la victoria. Será hasta después, y en parte por la presión de los propios Estados Unidos, en que adoptará las banderas socialistas. Esto para obtener apoyo de la URSS contra EUA. Y también para radicalizar el movimiento para no perder a sus aliados -como el Ché-. Y para mantener el control en un país en el que la propia Iglesia Católica se alió más con la dictadura saliente que con el naciente movimiento democrático. La revolución socialista fue mecanimso de defensa, no objetivo inicial del movimiento.
Fidel, el fin del mundo.
No debemos olvidar que el acto de mayor repercusión para la humanidad toda que tuvo el gobierno de Fidel Castro, fue la crisis de los misiles cubanos y el posible arranque de la Tercera Guerra Mundial, Fidel aceptó que la Unión Soviética colocara misiles nucleares en Cuba. Armas capaces de destruir todo el territorio continental de Estados Unidos -excepto Seattle-. La amenaza fue descubierta antes de que los cohetes se volvieran operativos. Eso llevó a trece dias en que la guerra nuclear estuvo a punto de desatarse tres veces al menos.
Al final, Rusia aceptó retirar los misiles a cambio de que Estados Unidos nunca atacara a Cuba. Tabmién que retirara parte de sus propios misiles que, colocados en países aliados como Turquía, podían destruir todas las ciudades de la parte europea de la URSS. Además, se creó el «teléfono rojo», que permitiría a Kennedy y Krushev comunicarse directamete para evitar malos entendidos en plena «Guerra Fría». Y aunque Kennedy murió asesinado al poco tiempo, y Krushev fue destituído por «cobarde», Fidel aguantó otro medio siglo vivo. Cuba nunca fue atacada militarmente por EE.UU., quien debió aguantar compartir frontera -marítima- con una nación comunista. Respetó la palabra de su presidente muerto.
La canción «Fidel, Fidel, que tiene Fidel, que ni los gringos pueden con él» surgió allí. Así como su figura mítica durante los años de 1960, que influirán en independencias africanas y en liderazgos de izqueirda de todo el mundo. Aunque Ché, quien renunció al gobienro para irse a la Revolución encarnó mejor ese espíritu. En buena medida, porque murió en combate en Bolivia y no en su cama de viejo a los 90 años como Fidel.
Fidel, de revolucionario a dictador.
Y si: sin duda el Fidel revolucionario de principios de los años 60 del siglo pasado dio paso al Fidel dictador. Elecciones de un solo partido, policías secretas, miles de muertos en actos de represión y terrorismo de Estado. Se volvió algo tan malo como lo que luchó por erradicar.
Pero, en un sentido, era «normal». Al proponer un sistema que no estaba basado en el mercado, pudo lograr buenos resultados en temas como educación o salud. Eso a costa de mandar a médicos y maestros a trabajar «dónde no quieren» y por salarios bajos, porque allí son necesrios. Si, la libertad de elección vocacional o de desarrollar un trabajo que te guste puede quedar limitada, a costa de beneficiar a la sociedad y llegar a mejores resultados.
Pienso en mis trabajos sobre Porfirio Díaz -y parte de ellos utilizados en la novela «el Tesoro de Cuauhtémoc«-. Para muchos, fue un tremendo dictador, que no dejó el poder más que tras una revolución en su contra. Pero un país que no tenía corrupción, había desarrollo económico y social. Aunque se «violaran» los derechos humanos de unos pocos. En nuestros tiempos, eso es intolerable: una violación basta para que sea demasiado. Pero no era así ni en el México del siglo XIX ni en la Cuba de la segunda mitad del siglo XX. Eran circunstancias de su época, ni más ni menos. Para muchos cubanos eso era preferible a tener unos pocos ricos.
Fidel, violador de Derechos Humanos.
Si, casi 12 mil personas fueron apresadas o muertas por el régimen cubano en casi 60 años. Una, insisto, sería demasiado. Pero para comparar, solo en la primera mitad de 2016 murió el mismo número de personas en México por actos violentos, muchos de ellos de parte del Estado. Es decir, casi 1,200% más. Así que, sin justificarlo, al ponerlo en perspectiva no es tan terrible. Para un contexto más apropiado, los veinte años de dictadura de Pinochet en Chile dejaron 40,000 muertos.
No olvidemos que el acercamiento de Barack Obama al régimen cubano y el levantamiento del embargo fueron alguas de las causas del voto a favor de Donald Trump en Florida.
¿Fue un dictador? Sin duda. ¿Un revolucionario? También. Fue el ejemplo del Hombre nuevo y de la creación de una sociedad distinta, sin duda; pero también el ejemplo de cómo la «rebelión en la granja» acaba haciendo de los cerdos tiranos más crueles que los granjeros que pretendían erradicar.