Los lectores habituales de mis redes sociales (Twitter, Facebook o Google+) se enteraron la semana pasada: terminé de editar la tercera parte de la saga «Las mujeres que solían soñar». Un proyecto iniciado hace casi dos décadas, y que vio el primer texto en 2015 (Clara Sandra solía soñar). Tiene la segunda parte en proceso de edición (Las mujeres que solían soñar; complicado por su carácter de novela de época). Y ahora, «El hombre que dejó de soñar» concluye la saga. Contamos los finales no solo de la novela, sino de la serie.
Por supuesto que concluir satisfactoriamente un proyecto de larga envergadura trae consigo una enorme satisfacción. ¡Se pudo! Se pudo vencer todas las resistencias, dificultades y problemas asociados a realizarlo. Ahora toca terminar la edición de la segunda parte, porque sin duda la saga tiene sentido si la leen en el orden en que fue escrita. Me apuraré a lograrlo.
Les recuerdo que en el sitio de Clara Sandra pueden leer durante este primer semestre de 2017 un capítulo nuevo cada semana de la primer novela. También pueden escuchar la magnífica música que le escribió mi estimado amigo Ricardo Monroy en Soundcloud. Y pueden conseguir el texto entero, en papel o como e-book, en Amazon o Amazon México.
Finales exitosos que saben a derrota
Pero… llegar al final de esta saga, satisfactorio como es, también me supo a derrota. Es la sensación de dejar ir un mundo en el que soñé por muchos años, y que era el proyecto en el que me refugiaba de cuándo en cuándo de muchas otras cosas, como días pesados en el trabajo. Y ahora… está concluido. Dice mi editora que es «uno de los mejores textos que has escrito, se nota la mejora de tu estilo». Pero tampoco le gustó el final. «Es perfecto, lógico, bien contando, magníficamente escrito, todo queda en su lugar… pero no me gustó que se acabara».
Así que el aire de tristeza y despedida que permeó esta semana en las frases famosas tiene ese origen. El vacío que le deja a un autor terminar una obra a la que ha dedicado años, horas, centenas de páginas… y está concluida. Gracias a todos los que la han apoyado y a los que han pedido más. Por lo pronto, a acelerar la edición del segundo volumen y el siguiente proyecto.
Finales, derrotas y otras frases famosas
Así es. Particularmente cuándo nos encerramos en nuestros propios problemas: a todo le vemos el potencial beneficio directo… pero exactamente como siempre lo hacemos. A ver si ampliamos la visión…
Después de publicar esta frase -de la que no encontramos autor, pero no le agregamos lo de «anónimo» por cuestión de espacio-, brincó que era una canción de Joaquín Sabina, un poema de Benedetti, un refrán romano y quién sabe quién más. Total, lo más importante es que es cierta. ¿Saben de quién es?
Debo confesar que la frase, si bien hermosa, no tiene una referencia biliográfica. La leí en la cafetería del ITAM, esta semana en que estuve de visita. ¡Si, en el muro de una cafetería! Y lo cierto es que es cierta.
Así que no dejen de avanzar, que esa es la manera de crear un universo mayor. Háganle caso al gran líder inglés durante la Segunda Guerra mundial. Sin duda sabe de lo que habla.
Otra frase de la que sospechamos quién es el autor, pero al no poder encontrar fuente fidedigna, mejor se la anotamos a «Anónimo». Pero si conocemos a quien escribió esta versión. Tal vez conocida, pero no de esta forma. Total, no nos rendimos y la publicamos así.
Y cuándo no te comprenden… pues lo más probable es que no te aman. Y si, a veces hay que me gustaría pensar que el amor es más comprensivo. Pero bueno, a veces es lo que es y no se puede cambiar.
Si. Terminé para siempre con la trilogía de «Clara Sandra solía soñar». Para siempre. Pero no con la escritura: sigo avanzando lo de #Calexit y con un par de ideas más para las que siguen… Ya les diré de qué tratan, por si les interesan.
Avisos Parroquiales
Por cierto, me quedan un par de ejemplares de «El Tesoro de Cuauhtémoc» impresas, por si alguien gusta. Hay envíos a todo el país y podemos ponernos de acuerdo para entregas en CDMX. Contáctenme por redes sociales o por correo para ponernos de acuerdo. ¡Aprovechen que se acaban!
También me han pedido que de talleres de «Escribe Hoy«, pero no podemos coordinar fechas para abrir el grupo. Así que durante marzo les ofrezco lo siguiente: asesorías personales por dos horas. En una les platico el método «Escribe hoy» y en la otra desarrollamos SU propio proyecto. Igual, contáctenme para informes.
Por último, a finales de este mes es mi cumpleaños. Ya les diré qué podemos hacer para festejarlo juntos. Aunque estén lejos. Estén pendientes.
Imagen de hoy: Kevin Shipp via Compfight y postales por @gjsuap