En el campo, como en la creatividad, florece de repente lo que has sembrado y, a veces, dejaste mucho tiempo sin atender.
Es algo que veo con frecuencia -y estoy seguro que Ustedes notan también-. Haces algo, lo practicas un rato, lo anuncias… lo dejas fluir. Y a veces hasta lo abandonas. Pero de repente sucede algo que lo vuelve a la vida.
Esta semana lo noté con el blog. Ya no les voy a insistir lo comentado antes. Todo fue volver a activarlo para que recuperara mucho de lo que había dejado atrás. Pero no es lo único.
Florece de repente…
Me llegó un correo. Desde 2009 he sido traductor voluntario de las Ted Talks. Como saben, estas pequeñas pláticas de un formato breve, intenso, con algo de humor u otro elemento que siempre mueve las emociones y con conocimientos de frontera, son una gran oportunidad de aprender. Los mejores expertos en su campo, en un formato que les saca mucho jugo. Y acá me tienen, intentando acercar ese conocimiento a más personas.
Pues me invitaron a un «Ted translators gathering«. Un encuentro de voluntarios que cooperamos en el proyecto. Algunas de las participantes, las menos, ya se conocían. Otros nos habríamos cruzado en línea alguna vez, pero no habíamos coincidido en el mundo 1.0 jamás. Las anfitrionas, Helena y Jenny, estaban de escala en México en camino a un evento TedEx en Colombia este fin de semana.
Y… fue un florecer en el desierto. Hacía la labor de voluntario por eso, por ser voluntario. Por expandir el conocimiento. Por puro gusto, pues. Y de repente me encuentro en un grupo similar, con ideas parecidas, con proyectos complementarios y que puede dar pie a grandes cambios.
Entre otras cosas, la opción de ir, por primera vez, a un evento TED en persona. Vancouver, un TedEx en México o algún otro. Y ¿Por qué no? Algún día dar una charla Ted.
No dejes de sembrar
Para serles franco, nunca pensé que me llegarían a tomar en cuenta. No más allá de mis boletos de cortesía para ver el principal evento TED en vivo cada año. Pero ¿que algo sembrado hace tanto tiempo florece de repente? No me lo esperaba. No tan bien, no tan así, sorpresivo.
¿Qué sigue? Recordar que no hay que dejar de sembrar. Que tal vez se requiera más trabajo y riesgos, pero que es momento de volver a hacer lo que desde hace tiempo se ha planeado. A final de cuentas, si hay proyectos que llevan 20, 10, 5 o 3 años de incubación, todos pueden dar fruto cuando menos lo esperes.
La solución, sin duda, es más trabajo, confiar y dejar fluir. Que todo marche bien. Que se abran mejores caminos cada día. Y ¿por qué no? Saber cuándo llega el momento de romper los propios límites, dejar de tener certidumbre en algo que es de por sí incierto y apostarle más a los talentos y capacidades.
Imagen de hoy: r2hox