Me gusta mucho ir al teatro. En particular ver grandes producciones como «Hoy no me puedo levantar» o «El fantasma de la ópera». Incluso he escrito algunas obras como la de «Diabluras y trumpadas«. Ahora que vi que la adaptación de una de mis películas favoritas llegaba al teatro, no me la podía perder. Hablo de La naranja mecánica.
Esta novela, escrita hace casi seis décadas, abordó en su momento un problema incipiente: la ultraviolencia. Jóvenes a quienes excesos y abusos violentos los guían en la vida. El rol del Estado de condicionar su readaptación social a costa de la libertad de decidir. La posterior adaptación al cine diez años después se volvió un clásico de culto. Y no es para menos: corrió a cargo de Stanley Kubrick, el intenso director que nos regaló joyas como 2001 odisea del espacio -presente en esta lista de películas que no hay que dejar de ver-. Y, por supuesto, hace de la reconstrucción del ambiente de ultraviolencia y de su identidad gráfica un clásico inmediatamente reconocible.
Burgess, el autor
Anthony Burgess escribió la novela basado en una anécdota de su vida. Su esposa, embarazada, fue violada por cuatro marines desertores en Inglaterra en 1944. Por ello padeció un aborto. En su prolífica obra de más de 50 novelas consta la búsqueda del bien, el mal y la moralidad y pregunta si es posible libremente optar por el mal. O si se obliga a una persona a tomar decisiones no se le vuelve un robot, una «naranja mecánica» con color y sabor, pero sin esencia. El libre albedrío se torna el tema central de este trabajo.
Curiosamente -y de manera similar a lo comentado sobre Adler– la obra de Burgess excede la media centena de novelas. Aceleró su trabajo de escritor a raíz de que le dieron un diagnóstico de que pronto moriría por un tumor cerebral grave e inoperable. Así que renunció a todas sus demás ocupaciones. En un año escribió cinco novelas y media. Su intención era que los derechos de autor fueran suficientes para mantener a su viuda. No fue el caso: sobrevivió 40 años al diagnóstico -y siempre escribiendo-. La última «media novela» de ese periodo era precisamente la que será su obra más famosa, La naranja mecánica.
La naranja mecánica: la novela
La novela, publicada en 1961, narra la historia de Alex, líder de una banda de ultraviolentos drugos. Esta pandilla habla en una jerga propia, el Nadsat. Mezcla de palabras rusas y gitanas, más algunas inventadas. Los drugos obtienen mucho placer de hacer el mal. Violan, matan, roban y hasta riñen entre sí. Un día, Alex es detenido y encarcelado, acusado de la violación y homicidio de la esposa de un escritor. En la cárcel pasa algunos años, hasta que se le propone para el Método Ludovico. Esta es una técnica recientemente desarrollada que le generará un reflejo condicionado de desagrado ante la violencia, inducido por drogas y música orquestal. Entra en el debate su amigo el capellán contra el científico que mejoró el método, ambos ante el político urgido de una victoria pronta contra la inseguridad y la saturación carcelaria.
Cuándo Alex queda libre, encuentra que esta reacción tan negativa ante la violencia le hace socialmente incapaz. No puede lidiar con su enojo. Encuentra viejos drugos rivales, ahora policías, que le propinan una golpiza sin que pueda defenderse. Termina en la casa del mismo escritor a quien ha dejado viudo. Éste se da cuenta que puede utilizarlo para demostrar políticamente la inviabilidad del Método Ludovico: no está «curado» de violencia. Lo tortura poniendo música clásica, parte del reacondicionamiento recibido.
La novela tiene dos finales: en la versión inglesa, termina en el capítulo 21, en que al paso del tiempo Alex encuentra a uno de sus compañeros drugos ya con familia. Descubre que la violencia ya no le llama y que él también puede ser feliz al madurar. La versión norteamericana termina en el capítulo 20, con Alex descubriendo que el fallido condicionamiento del Método Ludovico lo hace gozar aún más el placer de la ultraviolencia.
La película de Kubrick
Stanley Kubrick realizó la adaptación al cine casi diez años después de la publicación, en 1971. Su obra se considera un gran clásico por la estética que maneja y por el uso pionero de música de sintetizadores Moog, entre otros factores. Fue recibida con intensidad por la crítica y con cierto rechazo de una parte del público. Fue nominada a cuatro premios Oscar, incluyendo Mejor Película (primera película de ciencia ficción considerada en esa categoría). El uso de overoles blancos, con acentos de ropa interior «por fuera», de cuero, herrajes, estoperoles, botas industriales y sombrero bombín para grupos de violentos drugos marginales se volvió antecedente de la estética Punk.
De entrada, en la película Alex ya tiene apellido: DeLarge. Luego, hay secuencias que en la película son mucho más largas y detalladas. Por ejemplo, la célebre escena en que la mujer rica es asesinada con una escultura fálica con que antes habían jugado los drugos. Las secuencias de aplicación del Método Ludovico son antecedente de lo que serán después los videoclips y son aterradoras. Se dice que el actor hasta se dañó el ojo tras de que, desesperado por estar sometido varias horas al casco y a ver las secuencias de violencia, entró en un ataque de pánico y trató de salir del lugar.
Hay un detalle: dado que se usó la versión americana de 20 capítulos y no la inglesa de 21, el mensaje de redención -central para Burgess, devoto cristiano- desapareció totalmente. La película queda como una oda a la ultraviolencia. A tal grado que tuvo que ser editada para quitarle 30 segundos y lograr la clasificación «R» en vez de la «X» en EE.UU. También se retiró totalmente del mercado inglés hasta la muerte de Kubrick, porque empezó a causar una ola de imitadores.
La naranja mecánica: el teatro
En abril pasado se estrenó en el Teatro Wilberto Cantón una adaptación a la novela. Estrenada antes en Buenos Aires, es la primera vez que se presenta en nuestro país. Cuenta con un elenco relativamente pequeño pero muy talentoso. Con pocos recursos escénicos bien manejados hacen desde la reconstrucción desde el bar lácteo Korova hasta el salón de condicionamiento al interior de la prisión.
La adaptación teatral se acerca más a la estructura de la novela que a una recreación del cine, sin ser idéntica. Desde el vestuario de los drugos hasta muchos de los diálogos que ponen el dilema moral están más cercanos a la novela que a la película.
Porque más allá de la reconstrucción de la violación masiva en el escenario -momento fuerte de la obra, pero que para mi sorpresa tampoco fue el que más reacciones generó del público-, uno de sus méritos por sobre la película es presentar el tema a debate. ¿Debemos en aras del bien público acabar con la libertad individual? ¿Podemos ser libres si no se nos permite optar voluntariamente por el mal? Como sociedad ¿debemos valorar más la seguridad que la vida de una persona? Los delincuentes ¿pueden readaptarse socialmente?
Vayan a verla.
NO es para todos. Los fans de Kubrick podrán decir que «no hace justicia a la película». Los amantes de la novela dirán que «no es una adaptación totalmente fiel». Algunos podrán quejarse de que hay demasiados hombres en el elenco y una sola mujer. O de la crudeza de la escena de la violación. Definitivamente, hay personas con quienes no la vería. Quien me convenció sin duda la disfrutó mucho (¿O no, Sophia?). Y yo también.
Revisitar un clásico con otros ojos no siempre es buena idea. En este caso, sí. Ante todo porque no es lo mismo ser espectador pasivo de la ultraviolencia en el cine que vivir violencia en vivo y poder reflexionar sobre ella. Les auguro éxito… en la medida en que más personas se animen a ir al teatro Wilberto Cantón. No hay fecha de cierre de temporada. Dependerá del éxito. Vayan pronto y, si les gusta -como a mi-, recomiéndenla.
Y aquí les dejo un reportaje del Canal Judicial sobre esta obra de teatro que está en cartelera. Porque el debate que plantea sobre la libertad, la justicia y los derechos humanos es muy vigente aún, a casi 60 años de la novela y 50 de la película. Por cierto, y para todos los lectores que se interesen, hay la opción de boletos con descuento AQUI. No se la pierdan.
Imágen de hoy: Cortesía @lanaranjateatro y video desde YouTube.