Millenium II. Cerillo y gasolina

La chica que soñaba con un cerillo y un bidón de gasolina es la segunda parte de «Millenium», la trilogía de Stieg Larsson. En ella,  el autor hace una reflexión sobre el tráfico de mujeres para la explotación sexual, y la cobertura que da la autoridad a este lucrativo mercado.

A Lisbeth Salander se le busca por tres homicidios, dos de ellos de colaboradores de la revista Millenium que han realizado una investigación sobre tráfico de mujeres y la corrupción gubernamental que lo permite. Sus huellas dactilares están en el arma, y no es posible localizarla, por lo que es la principal sospechosa.

Lisbeth desaparece sin dejar huella para evitar su captura. En tanto, Mikael no le cree del todo a la autoridad por lo que establece su propia investigación, apoyado por el ex jefe de Lisbeth y cooperando -aunque no plenamente- con algunos de los policías que investigan el caso. Mientras lo hace, descubre los secretos del terrible pasado de Lisbeth, que demuestra el abuso y violencia de que ha sido objeto toda su vida.

Pero también aborda la fallida aproximación del aparato burocrático de salud y justicia del estado Sueco, que abusa de técnicas y métodos no convenientes.

Cuando al final le encuentra, descubre que está más involucrada de lo que se creía en la investigación de la industria sexual que originalmente investigaba la revista Millenium.

Eso por lo que respecta a la trama; pero el subtexto de la complicidad de las autoridades al encubrir la corrupción vinculada al tema del tráfico de personas ocupa buena parte del material.

Mikael descubre que hay policías e investigadores que son consumidores de pornografía y de prostitución, pero tratar de demostrar que además la encubren es difícil de lograr y eleva los riesgos para el equipo de Millenium.

En fin, si les interesa conseguir el libro desde menos de U$5 -usado- o comprarlo nuevo, les recomiendo verlo aqui: La chica que sonaba con un cerillo y un galon de gasolina. Vol. 2 Triologia Millennium.  Los espero para el final de la saga.

Comentarios cerrados.