Regalar, regalarse… ¿Qué van a pedir?

Regalar, regalarse
Regalar, regalarse…

Estas fechas suelen llenarse los centros comerciales de personas que buscan que regalar. Quieren que sea algo original, al gusto del receptor, que esté al alcance del bolsillo y que no implique mucho tiempo. No es fácil lograrlo.

Por ejemplo, acá terminé escogiendo un libro, unos chocolates normales, unos con licor, una botella de vino; algo de ropa y «lo que le pidieron a Santa». Sé que, salvo lo que está entrecomillado, no será exactamente lo que pidieron… pero tal vez es más de lo que esperan.

Regalar…

Y es que uno de las ideas que ya les he contado es que, al verse expulsados del Templo por Jesús, los mercaderes se vengaron haciendo de su cumpleaños la fiesta comercial más grande del mundo.

Nos invitan a regalar como quien participa en una competencia: el que da el mejor regalo, el más caro, el más fino… Y veamos quién gana.

… o regalarse

Este año participé en una interesante dinámica con mi familia extendida: tías, tíos y algunos primos. Había bajo el árbol bolsas de regalos de buenas marcas: Tiffany’s, Carolina Herrera, Montblanc, Adidas, Rolex y más. La anfitriona nos invitó a pasar a tomar uno, el que más nos gustara (sí, escogí uno con forma de caja de plumas, porque escritor).

El segundo paso es el que sorprendió a todos: debían escoger el regalo que trajera alguien más e intercambiarlo con él. Así, quien escogió el Tiffany’s podía acabar con cualquier cosa, menos con la joya que había pedido. Y tenía que escoger su segunda opción.

¿Cómo le quitabas el regalo al otro? Tenías que decirle algo que te gusta, admiras o recuerdas de ella o de él, que te ha inspirado y modificado tu vida. Aunque todos éramos consanguíneos -o parejas de los consanguíneos-, la sugerencia es que no escogieras a alguien directo. No a tus papás o hermanos, por ejemplo. Al final, aunque algunas personas pasaron tres veces y otras casi casi nos fuimos con el regalo original, todos participamos en la dinámica.

Fue un gran momento de compartir, conocerse y regalarse. Al final, se abrieron los regalos: Calcetines, bolsas de palomitas para microondas, plumas (BIC, no Montblanc), relojes de juguete, joyería de plástico, bufandas y un gran oso de peluche -único regalo real-. Además de algunos sobres con $200, $400 y el gran premio de $1,000. Lo dicho: eran bolsas de regalos de lujo; el verdadero regalo fue compartir las anécdotas, recuerdos o inspiración.

Sí, hicimos eso antes de la Navidad. Porque todos tenían planes con sus respectivas familias. Pero una de mis tías está en un estado tan delicado de salud, que deseaba que todos sus hermanos la pasaran con ella, pensando que será la última Navidad. Y sí: en otro día, pero llegaron todos sus hermanos, de todo el país y los que tenían para hacer el viaje y los que no (consiguieron aventón).

Fue una gran experiencia y se las dejo aquí, porque me pareció muy buena idea. Entre regalar y regalarse, den algo de ustedes mismos a los demás. Que el empaque es solo eso: empaque.

Imagen de hoy: Pexels (Pixabay)

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