Estos han sido días de tristeza y desánimo. Algunos lo notaron desde la entrada anterior. Otros lo notaron no por lo visible: sino por lo invisible. Porque no me han visto ni tan activo ni tan presente en redes sociales. Me dicen que rendirse no es tan malo, que a veces todos debemos de hacerlo en algún momento.
Lo habrán notado: en esta elección he mantenido un bajo perfil, no criticando ni aplaudiendo a los candidatos sino marginalmente. Sin involucrarme de más. Vaya, no estoy totalmente inactivo. Pero tampoco tan activo como en las dos elecciones anteriores. O al menos enterado como lo he hecho en cada ocasión desde… 1982 (primera elección que recuerdo haber seguido con cierto interés).
Si, en parte es porque, como muchos saben, cerré hará un par de años mi vida como servidor público. De 1997 al 2015 inclusive estuve presente en diversos momentos, poderes y niveles de gobierno. Pero es algo ya concluido y a lo que no pienso volver pronto. Los motivos me los reservo, pero créanme que no son los mejores.
Rendirse no es opción
Hay quien dice que «ya estaba muy acostumbrado a tener un sueldo», y que por eso las opciones que sigo ahora no parecen perfectas. Y tal vez no lo son. De hecho, no lo son. Hay quien dice que es «la crisis de la edad media», al pensar que lo que debía haber logrado en la vida aún no lo tengo.
La verdad es que… No lo sé. Dudo que sea exactamente eso. Lo que sí, es que hay cierto hartazgo por cosas que pasan en el sector público. Y que no veo que vayan a cambiar pronto -en especial si gana ya-sabes-quién-. Creo que esos problemas, estructurales y profundos, no se van a mover.
Eso sí: me entero que algunos de mis compañeros de carrera ya van a jubilarse en un par de años. Claro que entraron muy jóvenes a trabajar, jamas cambiaron de dependencia y están a punto de lograr la antigüedad requerida en los viejos contratos. Otros, ya lograron sus metas en la vida y han ganado independencia económica suficiente.
Yo solo sé que rendirse no es opción. Que no falta quien cree que estoy loco o que debo cambiar de tarea. Eso no va a pasar. Hay que seguir hasta el éxito. No hay opción. Aunque, como ahora, parece que hay que asumir las derrotas y rendirse. Eso no pasará.
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