«¡Es momento que lo asumas, ríndete ya!». Esa frase que me dijeron cuándo, tras las dificultades tanto académicas como monetarias que ponían en duda mi permanencia en la universidad en la primera mitad de la década de 1990. Sí, fueron periodos duros. En particular cuándo me ofrecieron una beca para un curso en Chile y no pude tomarla, porque en lugar del 90% de avance en la carrera, tenía apenas el 60%. Me fallaron las cuentas.
Por supuesto, en lugar de abandonar apreté el paso. En un año logré reunir el 40% de los créditos. Si, entre materias revalidadas -cuyo trámite no había hecho bien-, dos semestres de siete materias y dos materias en el verano. Claro que eso implicaba llegar a la universidad a las 7 a.m. y salir a las 10 p.m. Sin parar, porque tenía clases de 7 a 1o de la mañana y de 7 a 10 de la noche. Más el trabajo allí mismo, y luego un proyecto del que era participante intenso en la hora de la comida. Más tareas y labores… Fue una etapa muy complicada. Pero no hice caso al «ríndete».
Tal vez herencia de los años como montañista. Allí las dificultades son constantes. El clima. La falta de veredas. La ausencia de recursos. Las lesiones. Todo se confabula para impedirte llegar. Pero… el chiste es no rendirse. Vencer todo. A ratos, desandar lo andado y buscar otra ruta. Dejar a un compañero que no puede seguir el ascenso: ya volverás por él. Hacer lo que se tenga que hacer. Pero no rendirse. Hasta alcanzar la cumbre. Un logro para ti mismo: no hay jueces, público, cámaras o cronómetros. El reto es contigo.
Ríndete, estás rodeado
E insisten algunos en que lo que estoy haciendo no es correcto. Que debería de rendirme ya y cambiar de plan. En efecto, hay muchas voces en ese sentido. «Tu modelo no va a funcionar». «Eso no es lo adecuado». «Ya deja de perder el tiempo y haz lo correcto». Pero… no lo hago.
No lo hago porque sé que los grandes triunfos que he tenido en la vida han sido a pesar de las dificultades. Precisamente por no dejarse vencer. Sí, tal vez hay mejores opciones. Más fáciles. Que serían mucho más sencillas. Pero no son las que voy a seguir.
Ya lo había pasado, en particular en los últimos años. Por ejemplo, en este texto de 2016 se pueden ver que había dificultades complicadas. Pero no me detuve. Seguí adelante. Se trataba de no rendirse. Ayer, sin ir más lejos, logré un par de buenos resultados… que muchos decían que no lograría. O que costarían más trabajo. Pero no: en cosa de menos de una semana fue desde plantear el tema hasta concluirlo satisfactoriamente.
Aunque me insistan que «¡Ríndete, estás rodeado!» no logran convencerme de que lo haga. Necedad. Tesón. Actitud de montañista. Insistencia. Llámalo como quieras: el resultado es el mismo: alcanzar las metas pasa por no rendirse. Nunca lo olvides.
Y tú ¿Cómo has vencido las dificultades? Cuéntanos en los comentarios.
Imagen de hoy tnarik y video por @gjsuap