Romanticismo no es ser artista pobre

Romanticismo... mentiroso. - Imagen de hoy jl.cernadas
Romanticismo… mentiroso.

Tal parece que a finales del siglo XIX, una corriente artística y de pensamiento empezó a invadir el mundo: el romanticismo. Morir de amor era la muestra más sublime de que ese sentimiento era verdadero. Ser artista pobre era señal de que en verdad se ama el arte por el arte. Y parece que esa forma de ser y entender la vida siguió creciendo en muchas personas. Vender tu arte te hacía comerciante, no artista. Recibir dinero por hacer arte te demeritaba. Era algo inmoral e incorrecto. Por eso muchos artistas de ese periodo vivieron y murieron en la pobreza. Y lo festinaban. En particular, sus herederos, galeristas y agentes: es a la muerte de Van Gogh que, quienes le pagaban con comida por sus cuadros, pudieron ganar mucho al venderlos.

Sin embargo, nadie puede vivir regalando su trabajo. Y menos si se trata de arte, que requiere mucho tiempo para desarrollarse. Sí, cualquiera puede tomar pintura, pinceles y tela y hacer rayones. Se necesita esfuerzo, práctica y recursos para hacerlo bien. Y mucho talento y trabajo para hacerlo profesionalmente. ¿Por qué se debía hacer gratis?

Alguien me decía -y tal vez con razón- porque hacer arte es una forma de «crear mucha riqueza a partir de la nada». Es decir: hojas y tiempo, y tienes una novela. Que, si es buena, se puede vender muchas veces -las copias impresas- sin jamás perder el bien. Intenta hacer eso con fruta, autos o casas: sólo pueden tener un dueño y solo pueden usarse por una persona. Y si se consumen -como la manzana- solo por un tiempo determinado y una vez. En contraste, un libro puede durar generaciones y seguirse vendiendo sin perderse. Allí está el Quijote.

Por eso, un artista no puede hacerlo todo solo. Requiere apoyo, como lo recordamos en la reseña de Genio. Pero no basta. Tiene que actuar diferente.

Romanticismo, no más.

Hay un autor que recientemente publicó un libro que me hizo mucho sentido. Que dice que la visión romántica de «ser pobre por amor al arte» es un error surgido en el romanticismo. Pero que desde que los artistas dejaron de ser anónimos -en el Renacimiento, más o menos- los mejores fueron ricos, no pobres. Y no sólo por tener mecenas o patrones.

Comenta este autor, por ejemplo, que una reciente investigación de los archivos vaticanos demuestra que Miguel Ángel Buonarroti (autor de la Capilla Sixtina o el David) tenía una fortuna equivalente a 600 millones de dólares. Y que en sus talleres y obras llegó a tener 300 operarios, ayudantes y aprendices. Todo un CEO de una empresa. No un artista mendigo en una corte. Incluso, pudo poner en lista de espera al propio Papa. ¿Cómo se llega a ser así de exitoso siendo artista? Y ¿De qué libro hablamos?

Los espero el miércoles, en que les comentaré por qué la visión del romanticismo no debe seguirse más y por qué hay que tener independencia económica y valorarse como artista para que puedas crear mucho más arte.

Imagen de hoy jl.cernadas

Un comentario

  1. Pingback: Artista paupérrimo no es artista... | Dichos y Bichos

No se admiten más comentarios