
‘Spiderman’ es una de las historias de superhéroes más poderosas que existen. Pero apuesto que el 90 % de ustedes se perdió las lecciones humanas más impactantes que nos deja.
He recopilado 5 de ellas que te harán repensar qué significa ser valiente. Lee atentamente.
Primera lección: Todo empieza con algo simple: dolor. Peter Parker no es un dios ni un millonario. Es huérfano, pobre y marginado. El tipo de persona a la que nadie miraría dos veces.
Hasta que la tragedia y una picadura de una araña radiactiva lo convierten en símbolo. El cambio es total.
El dolor como motor
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Y no lo dijo un maestro ni un líder. Lo dijo su tío Ben justo antes de morir.
Fue una bofetada de realidad.
La vida te exige justo cuando crees que vas ganando. Pero hay que estar listo para atender el llamado cuándo ocurre.
Peter entendió que no podía usar sus dones solo para sí mismo. No era un regalo. Era un castigo con propósito.
Lo que hace no es por gloria, es por redención.
Salvar muchas vidas para calmar el dolor de no haber salvado una. Tratar de descargar el dolor de su fracaso.
Spiderman: héroe, pero nunca feliz
Segunda lección: Ser héroe no significa ser feliz. Pierde amigos. Miente a la mujer que ama. Vive en constante soledad.
¿El precio? Padece mucho como persona.
¿El beneficio? La seguridad de todos los demás, en especial de los que ama.
¿Y los medios? Lo odian. J. Jonah Jameson lo llama amenaza. Lo humilla en portada. En el periódico en el que trabajan ambos. Peter salva su vida más de una vez. Y, aun así, no dejan de atacarlo.
Pero se sobrepone: lo volverá a salvar si es necesario. Sin rencor. Estoico.
Ser malo no es ser malvado
Tercera lección: Tus enemigos no siempre son malvados.
Dr. Octopus era un mentor. Un genio. Una víctima de sus propios errores. Peter no lo mata. Lo guía hacia la redención. Eso también es heroísmo.
Y más difícil que solo vencer al villano en combate. Es vencerte primero.
Cuando todo arde, Spiderman es quien salta al fuego.
Cuando todos corren, él avanza en sentido contrario. No porque sea invencible, sino porque es el único que se atreve.
Eso es parte de su heroísmo: ir a contracorriente. Aunque nadie lo siga. Aunque luche solo. (Casi como nuestros héroes revolucionarios, que solo se unieron en la muerte… y no todos).
Perder sin rendirse
Cuarta lección: Ser héroe es perder sin rendirse.
Gwen, en otra saga, muere por su culpa. Y, aun así, sigue luchando. Sigue creyendo. Sigue cayendo. Y levantándose.
Decía Churchill: “éxito es ir de derrota en derrota sin perder el entusiasmo”. Hasta qué ganas.
No es la máscara. No son los poderes. Es lo que decide hacer cuando nadie lo ve. Ahí es donde empieza el verdadero héroe.
Cuándo es congruente consigo mismo, aunque nadie lo vea. Aunque no le aplaudan. Sin reconocimiento, pero sin dudar.
Spiderman, el consentido de su creador
Quinta lección: No necesitas un traje para ser importante. O un nombramiento. O un cargo. Solo necesitas una causa.
Peter nunca quiso ser un símbolo. Solo no podía mirar hacia otro lado. El traje no lo hizo; incluso sin él, hace su tarea de ayudar cuándo es necesario.
Por eso seguimos viendo sus películas. Porque no es perfecto. Porque se equivoca. Y porque, a pesar de todo, vuelve a ponerse la máscara.
Y es el favorito de su creador, Stan Lee.
Spiderman nos recuerda que no hay que nacer especial para hacer algo especial. Solo hay que tener el coraje de actuar cuando nadie más lo hace. Y eso es algo que todos podemos ser.
Un héroe anónimo. Todos los días.
¿Estás dispuesto a comprometerte a ser mejor cada día y hacer lo que tengas que ser? Recuerda que «un gran poder lleva una gran responsabilidad». Comenta tu compromiso en esta entrada. Y te invito a seguirme en X y a sumarte a mi lista de correos. Te escribo a diario. Todos los días. Como Spiderman…
Texto publicado originalmente en el X (Twitter) de Gjsuap, dónde puede verse con más videos de acompañamiento.