Ahora que JJ Abrahams retomará la saga de Star Wars uno de los deportes favoritos de los fanáticos de la serie es adivinar qué hará y qué no. Y por supuesto que todos quisiéramos más de la mejor parte de Star Wars -la trilogía original- y menos de la segunda trilogía, la que narra los primeros años.
El problema radica en que George Lucas claudicó en una visión sombría y bélica -la historia de un niño granjero que vive en un planeta exterior e irrelevante, pero que sueña en aventuras estelares sin conocer que su padre es el segundo hombre más poderoso del Imperio Galáctico- para hacer películas homenaje a grandes sagas del cine, pero con poco que ver con un mundo marginal, hostil y de segundo uso.
Por ejemplo, en la trilogía original hay muy poco humor, y el que hay es muy natural. Es C-3P0 interrumpiendo un beso entre Han Solo y Leia Organa, o el diálogo entre ambos «-preferiría besar a un Wookie que a ti -Eso podemos arreglarlo». O un aporte del actor Harrison Ford: a punto de quedar congelado en carbonita, Leia le grita «te amo». Y el contesta con un «lo sé…». Eso es el humor «original». En el Episodio I crearon un personaje, Jar-Jar Binks que es la mezcla entre Capulina, Bob Marley y Goofy, que mete pastelazos, chistes baratos y torpeza-que-triunfa hasta el extremo. O un caballero Jedi que le teme a volar y a las alturas. Así no se puede. Pero el objetivo era hacer películas más infantiles y con productos «agradables» como los Ewoks.
En fin. La propuesta de guión original incluía introducir una hipotética hija de Han Solo y Leia Organa, con tendencia a caer al lado obscuro, particularmente cuando su tío Luke Skywalker se niega a entrenarla precisamente porque siente la presencia del «lado obscuro» del abuelo en ella, rechazo que la hace precipitarse a lo que se quería evitar. Los personajes originales -con sus respectivos actores- aparecerían más como referencia y con breves cameos.
Sin embargo, parece ser que se ha cambiado el enfoque: ahora, el Episodio VII versará en cómo Luke Skywalker trata de reconstruir la orden Jedi, buscando y entrenando a los mejores aprendices, al tiempo que su miedo a que el Imperio -o tropas de él que estén aisladas- busquen la forma de acabar con la nueva República. Para ello, según algunas referencias, se le ha ofrecido -y ya aceptó- el papel de Comandante Imperial al actor Hugo Weaver, famoso por su rol del Agente Smith en la trilogía Matrix.
Esto se prestaría para un conflicto interesante: el maestro Luke, que no conoció la orden Jedi original -a él lo entrenó el maestro de su padre, Obi-Wan Kenobi y posteriormente el maestro Yoda, ambos ya trascendidos por no decir muertos- debe reconstruirla. Pero ya no tiene guías o mentores, no hay Consejo ni órgano de gobierno y de hecho hasta el archivo fue destruido. Así que cualquier cosa que proponga es, en realidad, una visión personal y no la orden original. Tiene todos los elementos para crear algo que no es. Y su sobrina, si fuera el caso, puede demostrar que su tío va que vuela para un tirano intolerable y un supremo líder… como el que acaban de vencer al derrotar al Emperador. Nada mal: los conflictos familiares entreverados con los conflictos de «la corte» o de la Orden Jedi. Dónde ambas partes tienen razón, y ambas partes califican al otro de ser «el lado obscuro». Nada mal…
Imagen de hoy JD Hancock via Compfight