El sábado anterior, amanecimos con una verdadera tragedia en la Ciudad de México. El edificio Delicias del Sistema de Transporte Colectivo Metropolitano (STC Metro) había sufrido un incendio en la planta baja y cuatro de sus cinco pisos. El problema es que en esas instalaciones se encuentra el «cerebro» de la mitad de las líneas del Metro. Éste atendía las tres líneas más antiguas y transitadas en la red. Así, se quedaron fuera de servicio, entre otras: la línea 1, Pantitlán Observatorio; la línea 2, Cuatro Caminos Taxqueña; y la línea 3, Indios Verdes Universidad.
En tiempos normales, el STC Metro transporta poco más de cinco millones de pasajeros al día. Ahora, con el semáforo rojo por la pandemia del COVID, ha reducido su afluencia a entre tres y cuatro millones de pasajeros al día. Aún así, casi el 60% transita en esas tres líneas que quedarán fuera de servicio por casi tres meses. Esto, porque la pieza dañada en el incendio, el tablero de control, no se puede reponer buscando la refacción en un deshuesadero. Es una máquina especial, hecha a la medida para el sistema que controla, y que por algo no se había sustituído en 50 años. Tardarán tres meses en reponerla… suponiendo que se tienen los diez millones de dólares que puede llegar a costar, mínimo.
El STC Metro: Un accidente en 28 años, 8 en 23 años.
A lo largo de sus primeros 28 años, el Metro tuvo UN accidente grave -sin contar los cotidianos suicidios o riñas que ocurren todo el tiempo-. En 1975, cuando un conductor se quedó dormido y el sistema de pilotaje automático falló y dos trenes se alcanzaron en la estación Viaducto. A raíz de eso se reforzó el «sistema de hombre muerto»: Si el conductor no libera un arillo de seguridad, el tren se detiene, asumiendo que el conductor no está presente o no está bien de salud.
Desde que la izquierda administra la ciudad (en 1997) se han tenido los siguientes incidentes graves en instalaciones, nuevamente, descontando suicidios o riñas con muertos, en un recuento hecho por ANF:
- Marzo de 2002. Se descarriló un tren. Fue pérdida total.
- Diciembre de 2014. Se descarriló un tren en los talleres El Rosario, dañando varios carros.
- Mayo de 2015. Choque de dos trenes en la estación Oceanía.
- Marzo de 2016. Tren descarrilado en línea 5, Estación Politécnico. Dos carros dañados.
- Marzo de 2017. Se descarriló un tren en la línea A.
- Noviembre de 2018, se incendió la subestación Xola.
- Marzo de 2020, choque de trenes en Estación Tacubaya. Se perdieron dos trenes y se suspendió el servicio una semana en tres estaciones.
- Enero de 2021. Incendio en el edificio Puesto Central de Control 1. Se destruyeron subestaciones, centro y tableros de control, daños en el edificio y suspensión del servicio en seis líneas.
Austericidio: austeridad en exceso
Ya les había comentado que la austeridad en exceso es un vicio. Algo hasta criminal: el austericidio. En esa ocasión (2019) nos referimos a la falta de medicinas. Y ojo: era antes de que nos pegara la pandemia de COVID, que nos ha dejado con aún menos medicinas pero con un dato para espantarse.
De acuerdo a las Estadísticas Oportunas de la Secretaría de Hacienda, al mes de Noviembre de 2020 hay dos dependencias que tienen balance positivo: El IMSS (con 84,804 millones de pesos) y el ISSSTE (con 24,363 millones). El IMSS tuvo casi 20% menos que el año previo, pero tiene superávit; y el ISSSTE creció en casi 232%. A pesar de que son instituciones de salud en las que nos reportan que no hay medicinas, personal o equipo suficiente para atender la crisis sanitaria. Como los datos cambian cada mes, acá está la captura de pantalla al 10 de enero de 2021:
Esto es hasta criminal.
Lo que más indigna es lo que nos comentaban algunos compañeros que trabajan en el Metro: la austeridad está muy ruda. Por ejemplo, de seis mil millones de pesos que pidieron el año pasado para mantenimiento especial, no les dieron nada. El reporte de que los transformadores (subestaciones) del edificio Delicias estaban en riesgo de fallar e incendiarse data de 2013. Y no se hizo nada al respecto en siete años.
Nos comenta alguien que estuvo presente -detalle que hay que tomar con reserva hasta que se confirme-, que parte del problema es que el sistema de hidrantes automáticos que pudo controlar el incendio en sus primeras etapas no funcionó por falta de mantenimiento. Que de los extintores en los pisos, solo uno de cada cuatro tenía carga. Esto porque no hay dinero suficiente para operar.
Es claro que la tarifa, de 5 pesos por viaje, no cubre el costo de 15 pesos por pasajero. Mucho menos deja recursos suficientes para dar mantenimiento mayor, comprar nuevos trenes o expandir la red. Lo que, por cierto, sería un sinsentido: si por cada pasajero pierdes diez pesos, aumentar el número de pasajeros es aumentar tus pérdidas.
Ahora, si mencionamos que la izquierda ha gobernado desde 1997 y van 8 accidentes (los dos más graves en la actual administración) no es por un tema únicamente ideológico: es porque la austeridad ha sido bandera de sus principales líderes. Y ya vemos que puede tener efectos adversos muy graves no sólo sobre el STC Metro, sino sobre toda la población.
En parte, es por el uso del Metro.
Claro que entendemos que un servicio público que se ha sobreexplotado por tantos años y que no ha recibido mantenimiento adecuado, va acumulando daños y, por tanto, los riesgos aumentan con el tiempo. Si la ciudad no tiene dinero para invertir en su infraestructura, y no puede detenerse o cerrarse para hacerle obras mayores, pues se corren esos riesgos. El uso es una de las causas de este terrible hecho.
El tema es que desde hace casi un año -prácticamente desde el accidente en Tacubaya- no hay Subdirector de Mantenimiento. La función la ejecutaba, según declaración de ella misma la semana pasada, la Directora General. Alguien que, por cierto, ya estuvo en ese cargo cuando el actual presidente fue Jefe de Gobierno de la Ciudad. Está claro que tiene la austeridad bien incorporada en su modo de administrar.
El problema es que dejarán a la ciudad sin su columna vertebral de transporte. Se requieren, en números rápidos, 180 autobuses/hora en cada dirección para reponer UNA línea, o sea, casi 1,200 autobuses. No los hay. Pero, además, por la saturación de los camiones, cada uno se vuelve un vector de transmisión del COVID a pasos acelerados: si ahorita los hospitales de la ciudad andan arriba del 95%, no les quiero decir cómo estarán dentro de dos semanas.
Si, en parte es el uso. Pero el verdadero motivo de los problemas crecientes es el austericidio. En este caso, o Claudia Sheinbaum despide (y encarcela) a la responsable de este nivel de desastre, o puede darse de baja de la precandidatura presidencial de 2024. O, como en el caso de las vacaciones de López-Gatell, puede confiarse a que no pasará nada… hasta que pase algo realmente irremediable.
Imagen de hoy: Foto y video recibido por WhatsApp de una colaboradora del Metro
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Terrible, terrible, terrible!!!!!!
MI estimado Gonzo, como siempre me parece muy bueno este post y terrible a la vez. No son datos nuevos, hemos visto como se ha ido enchatarrizando el metro dese hace muchos años y mas aun en estos últimos. Hay que ahorrar, ¡SI! Pero cómo sea ahora va a salir muchísimo mas caro volver a poner a funcionar el Metro que lo que se ahorraron en estos últimos 20 años. Es una lastima porque los que lo vamos a pagar somos los ciudadanos… Y por supuesto primero (y mas) los pobres.
Te mando un caluroso saludo.
Por cierto, viendo el terrible video, se nota que también ahorraron en capacitación para atención de desastres.