Un día más… una tarde menos. Y seguimos.

Un día más

Cuándo vives en un plazo perentorio, cada amanecer se vive como si fuera el último. «Un día más… un día menos» parece ser el mantra. Saber que las cosas pueden cambiar en cualquier momento es algo que estresa. Pero también me recordó dos cosas claves de la vida: estar al pendiente del tiempo no es necesariamente algo bueno; no estar conscientes del tiempo, tampoco. Pero cada día es un eslabón más en una cadena que puede detenerte o anclarte.

Varias veces (una de ellas aquí) le he dicho que, en mi opinión, «el castigo de la pena de muerte no es la muerte, sino sino el saber cuándo, cómo, dónde, porqué y cuándo vas a morir. Para la gran mayoría de las personas, conocer ese detalle puede hacer que la angustia no te deje vivir. Por eso, ese «velo de la ignorancia» sobre las circunstancias de la propia muerte nos ayuda a poder sobrellevar la vida».

Un día más…

Entonces, cada jornada que pasa es otro momento más que has podido aguantar, cumplir o esperar al menos en paz. Deja la sensación de que la vida continúa, pase lo que pase, y que no te has muerto ni ha ocurrido lo peor. Eso debe ayudar a relajarse.

Pero también te estimula la idea de que el plazo se está acabando, y que hagas lo que hagas el resultado no podrá postergarse. Y claro que no todo es terrible: hay cosas que puedes dejar de hacer y ya. Y otras que simplemente se posponen -así sea hasta el siguiente año- y no pierden mucho. Es decir, se pueden lograr las metas, no en los plazos.

A nadie le gusta vivir con esta sensación de angustia. Pero, a veces, es parte de la vida y no puedes hacer mucho por evitarlo.

… una tarde menos

¿Lo peor? Llegar a la tarde o la noche con más angustias que ganas de hacer cosas. Sentir que aún tienes mucho por hacer, pero que no tienes ánimo de hacerlo. Que nada es fatal aún, pero sí es lo suficientemente grave para tirarte los ánimos.

Ya sé… Rendirse -y más antes de tiempo- no es buena idea. Porque pase lo que pase, la vida sigue. Aunque no estés en ella. Aunque no sea en la zona de confort que ya conoces. A pesar de que tengas que empezar de nuevo en otro momento y lugar.

Pese a todo… la vida sigue. No rendirse es la clave. Saber que, pase lo que pase, las tareas continúan. Y seguimos.

Imagen de hoy: Encadenado. por elojeador 

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