Visibilizar los precios, una solución

Visibilizar los precios

Visibilizar los precios

Hay que decirlo: toda la vida cotidiana, toda, es un ejemplo de economía práctica. Cada vez que tomas una decisión -desde qué ponerte al abrir el clóset, como ir al trabajo o la escuela- es una decisión económica. Incluso decidir formarte por seis horas para ver las cenizas de Juan Gabriel es una decisión económica. Usar tu tiempo de una forma u otra -ver televisión o ponerte a trabajar- es una decisión económica.

Uno de los graves problemas que tenemos como sociedad es que no estamos conscientes de ello: pensamos que la economía es un tema complicado y difícil, propio de especialistas. Lo dejamos para financieros, empresarios y grandes funcionarios. Pensamos en Carstens y Videgaray; pensamos en Slim o Baillères. Pero no asumimos que es algo cotidiano para todos.

Visibilizar los precios.

Y si, es algo que tenemos pendiente: enseñar que la economía es cosa cotidiana y empieza todos los días. Por ejemplo, algunos hábitos que he ido desarrollando en mis hijos:

  • Comparan precios. De un mismo artículo en dos presentaciones. Por ejemplo, si su chocolate de 500 gramos cuesta más, menos o igual que dos paquetes de 250 gramos. Y si, entienden que a veces porciones pequeñas ayudan a que se preserve el artículo y vale la pena pagar un poco más por ese tipo de envase. Pero a veces descubren que es más barato comprar dos pequeños que uno grande.
  • Revisan ofertas. Como en la foto, en que un artículo cuestan £2.29 y en la oferta compras dos por £5. Pero comprar dos individuales costaría £4.58 por lo que el «ahorro» es de menos cuarenta y dos centavos. Y como esas, hay ofertas engañosas.
  • Observan promociones. Están atentos si una compra a «meses sin intereses» tiene sentido. Si el precio es el mismo de contado que a meses sin intereses, o si un precio más alto esconde los intereses.
  • «Descuentan» empaques. A veces les llama la atención un personaje de moda o una película en su jugo o cereal. Pero ven si el producto en el empaque especial cuesta más que el normal. Y si sube mucho no compran «basura dibujada» como luego le dicen.
  • Desagregan paquetes. Revisan si conviene o no una promoción en el cine, por ejemplo. A veces, los «paquetes» hacen que no obtengas la mejor opción: tal vez quieres más palomitas y comprar dos sueltas cuesta menos que un paquete con un dulce… que no quieres.
  • Ahorran. Muchas veces entienden que privarse de algo pequeño hoy puede darles muchos beneficios mañana. Entre otras cosas, acceder a cosas más grandes y menos comunes.

Una solución

Y todas esas pequeñas tareas de visibilizar los precios y no comprar «en automático» se están formando hábitos en ellos. Y eso me da gusto.

Lo traigo a colación por un factor clave: con sus ahorros del año, este fin de semana mi hija pudo comprar un juguete que anhelaba desde hace tiempo. Y si, su valoración del mismo y el esfuerzo que hizo por obtenerlo es una buena señal de que «algo» han ido aprendiendo. Eso me alegra.

También se nos rompió un cochinito de mi hijo. Y si bien no estaba del todo lleno, nos explicó por qué tiene tantos -y a medias-: uno tiene solo monedas extranjeras. Unos quarter dollars, algunas monedas colombianas y una libra esterlina. En otro está juntando para lograr tener un billete de mil pesos. En otra tiene su ahorro para abrir una cuenta de banco. Otro lo tiene para comprarse un juguete grande este año -como su hermana-. Y la otra… es su «caja chica» para ir comprando dulces o cosas pequeñas en las salidas. El que rompimos por accidente es en el que está juntando para su coche (Quiere un Ferrari).

A veces me gustaría ser más como ellos… que saben que la economía es cosa de todos los días.

Imagen de hoy David Sugden via Compfight

2 comentarios

  1. Yo era muy ahorrador, separaba lo que ganaba en sobres para distintas cosas…hasta que me casé.

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