A raíz de que llevamos un par de entradas (esta y esta) hablando del nuevo programa en YouTube, me preguntan que por qué lo hago y cuánto gano. Y no me creen que el verdadero objetivo es tener una vocación cumplida, no lo monetario. Cuándo les preguntan “¿Qué harían, aunque no les paguen?”, para mí esa es una de las respuestas inmediatas. Y vaya que lo hemos hecho varias veces y de distintas maneras.
No sé, creo que el rol del periodista es esa interesante mezcla de maestro, escritor, historiador y actor. Maestro, porque tiene que enseñar al que no sabe, explicar al que sabe, retar al que conoce mucho y a todos dejarles algo. Escritor, porque pone la realidad en palabras —escritas o dichas—; hay quien cuenta una ida a la guerra como si fuera a la tienda de la esquina, y quien va a la tienda de la esquina y lo cuenta como si hubiera ido a la guerra. Me gustan más los segundos. Historiador, porque se ha dicho que “el periodismo es el primer borrador de la historia”, con la desventaja de la inmediatez, pero con la pasión de vivir el momento. Y actor, particularmente en tele o en radio, porque tienes que transmitir emociones, no solo información.
Seguir tu llamado
Cuándo era muy joven, acabando la primaria, nos hicieron un estudio vocacional. Y salió que podría ser un extraordinario periodista. Así, como fuera de la tabla: tenía buena memoria, capacidad de describir fácil y rápidamente las cosas, podía hacer buenas preguntas y confrontar a la autoridad, pero con respeto. Vaya, buena madera.
El problema es que conocíamos a dos periodistas: Uno extravagante, mal vestido, siempre oliendo a alcohol o a tabaco —o ambas—; con una familia abandonada a la que luego visitaba esporádicamente para dejar muy poco dinero “de una chambita que le cayó por allí”. Total, que parecía una persona muy desagradable. Luego me enteré de que era de esos reporteros “de nota policíaca”, que se movía en los bajos mundos y que vivía, en parte, de chantajear a las personas a quienes La Prensa solía poner como los malos: los que mataron, atropellaron o apuñalaron a otra persona, sin saber la verdad o sus motivos. Definitivo, no quería ser como él.
El otro era un figurín que hacía columnas de opinión: Soberbio, agresivo, sumamente culto pero neurótico. Nunca estaba en paz, vivía en la angustia continua del cierre y de encontrar un ángulo interesante para contar lo que todos ya sabían. Vinculado y cercano a un político de oposición, mezclaba ese garbo de personaje interesante y la pobreza de ganar muy poco y gastarlo en parecer lo que no era. De él lo único que me quedó es que debías “seguir tu llamado” y hacer lo correcto, siempre. Cumplir tu vocación, pues. Pero tampoco quería ser como él.
Adaptada, pero vocación cumplida
¡Ah jijos! Se me olvida que en medios el tiempo —o el espacio, según si se es impreso o en pantalla como ahorita— siempre es escaso y hay que aprender a administrarlo. La entrada de hoy ya se me acabó y no voy ni comenzando la historia que quería contarles. Así que por hoy aquí le dejamos, y. no dejen de leer las siguientes entradas en que les contaré más de esto.
Lo importante, la idea que quiero que se lleven: lo estoy disfrutando mucho, es lo que me gusta hacer y lo que haría… aunque no cobre por ello. Pero les cuento más en la siguiente.
imagen de hoy: Vika Glitter en Pexels.com
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