Volar, algo que extrañé hacer en 2020.

Volar: algo que extrañé - Imagen de hoy: Gjsuap
Volar: algo que extrañé

Durante buena parte de mi carrera profesional, me tocó mucho volar por todo el país. De hecho, en este momento de mi vida me faltan dos estados por visitar: Baja California Sur y Nayarit. Ya he estado en los otros 30 al menos en una ciudad una hora. Adicionalmente (y también por motivos laborales, principalmente) he estado en diez países distintos, incluyendo cuatro ciudades distintas en EE.UU. y casi un mes viviendo en Santiago de Chile.

Es decir que estar en el aire era una de mis rutinas laborales favoritas. Incluso, cuando me tocaba ir y venir a Tijuana el mismo día -aunque eso implicara volar a las 6 a.m. y regresar en el vuelo de las 10:00 p.m., pasando ocho horas en el aire en un solo día-. Hubo un periodo, como funcionario federal, en que tenía que hacer al menos un viaje en avión cada quince días, y en el peor momento, estaba un día en Hermosillo, al siguiente en Mérida, un día después en Guadalajara y a la mañana siguiente en Monterrey… para regresar a pasar el fin de semana en Cuautla.

Sí, de hecho el Nutribullet del que les comenté en una entrada anterior llegó a la casa como parte de mis kilómetros de viajero frecuente: aún con esa compra, y algunos regalos el año previo, el saldo llegó a más de 52 mil kilómetros acumulados en un par de años.

Volar, dos veces este año…

Por eso, un único viaje en lo que iba de 2020 -incluso, única vez que he perdido un vuelo ¡el regreso desde Aguascalientes!- ha sonado a muy poco. Creo que es dónde más se notó que hubo pandemia: todos mis viajes, tanto como escritor-tallerista como consultor, se cancelaron. En todo el año no había tenido más que un viaje a Aguascalientes, y en febrero.

De hecho, cuando llegó la invitación a dictar una conferencia en Tuxtla Gutiérrez el 11 de diciembre, no la pensé dos veces. Tenía que estar aquí el 10 y el 12, pero nada impedía «ir y venir» el mismo día. El viaje de ida me tocó con otro de los ponentes, así que todo fue charla y charla durante el vuelo y buena parte del traslado en tierra, más el desayuno.

Tocó el turno de escuchar su ponencia… y el público se nos salió de control. Creo que pocas veces habían tenido una discusión tan franca y «sacudidora» como la de esa mañana. Lo mismo pasó con mi charla: no pude dar ni la mitad, pero la discusión que originó, las reflexiones, la retroalimentación… todo valió la pena. Hasta quedarme con la mitad de mi material guardado.

Porque pocas cosas mueven más que ver a un grupo despertar, dialogar, usar al ponente como pretexto -o motivo- para hacer ciertas cosas. Pero que el grupo se empodere y logre plantear lo que quiere, cómo lo quiere y definir sus objetivos, eso vale la alegría -que no la pena-. Aunque me traje medio material sin utilizar.

… cuándo «era rutina».

¿Saben? Este viaje, segundo en 2020, me hizo pensar cuándo viajar por aire era rutina en mi vida. Cuándo lo veía hasta con fastidio, y con molestia. Cuándo llegar al aeropuerto no era algo mágico, sino «otra vez lo mismo». Hasta que un día dejó de suceder, y no por falta de dinero: la pandemia nos quitó eso también.

La salud y la seguridad obligaron a estar en tierra casi todo el año que termina. Por eso, precisamente por eso, este viaje tuvo un sabor muy peculiar -además del Potzol que pude probar allá, y del que alcancé a traer-. Esa sensación de poder volver ir a volar, aunque sea llevado por un piloto, aunque sea menos de cuatro horas en total, incluso con el riesgo de que el aire del avión pudiera contagiarme de COVID u otra cosa…

Volar. De verdad que fue uno de esos pequeños placeres que extrañé, y que pude volver a sentir en un año en que ya no lo esperaba. Porque, además, ver nuestra ciudad desde el aire… es otra cosa. Es recordar que por algo casi 20 millones de personas vivimos amontonados, hacinados, incómodos y en espacios pequeños… pero aquí vivimos a gusto y no nos vamos, pese a las molestias. Porque es una ciudad hermosa, y más si la ves desde el aire.

Aterrizaje: Sobre Paseo de la Reforma.

Imagen de hoy: foto y video por Gjsuap.