Hace casi 240 años, en un periodo llamado «las reformas borbónicas» surgió la actual «Lotería Nacional» de México. Es decir, la benemérita institución que nos vende el sueño de ser ricos mediante tres a cuatro sorteos con premios millonarios es más vieja que el país, que recientemente celebró su bicentenario.
Y si bien las posibilidades reales son bajas, ya que los premios se diluyen en dos a tres series, con 20 «cachitos» de cada billete por serie, y con probabilidades de entre 1/35000 a 1/1200000 para ganar el primer lugar no son precisamente halagueñas, pero que son también de 1/5 de obtener «algún» premio, así sea reintegro, son mejores que en otros juegos de azar.
Por ejemplo, los martes por solo 20 pesos juegas por 1/20 de billete en 1 de 3 posibles series por un premio de 18 millones de pesos. Es decir, que por 20 pesos puedes ganar, de pegarle al primer lugar, 300,000 pesos (menos impuestos). Esto es un premio de 15,000 veces tu apuesta inicial. Pero siendo el premio mayor uno de entre 60,000 números que concursan, en realidad el valor «actuarialmente justo» es, o que el premio fuera de 1,800,000 o que el boleto individual costara 3.33 pesos (esto es, para que el monto del premio entre la probabilidad fuera exactamente el valor del premio). Claro que lo que mejora las posibilidades es que no sólo vas por el primer premio, sino que en un sorteo hay 11,394 billetes premiados (con reintegros) y otros 6,762 premios vinculados al primer lugar, más otros 20 premios menores que también se concursan. Vaya, que ganarme $10,000 por $100 me pareció bastante bueno cuando ocurrió.
A finales de los años 1980 del siglo pasado, a alguien se le ocurrió que la Lotería Nacional para la Asistencia Pública, además de bicentenaria era obsoleta, y sacó el «Melate», juego de números asistido por computadora en la que el público escogía 6 de entre 36 números posibles.
Suena más fácil que la Lotería, pero en realidad no lo es: las posibles combinaciones de 6 números entre 36 se calculan así: 36x35x34x33x32x31x30 (hay 36 números posibles para la primera selección, pero quedan 35 para la segunda, y así seis veces) lo que nos da un nada despreciable 1,402’410,240; y luego la combinación ganadora es 6x5x4x3x2x1, lo que resulta en 120. Entonces, la posibilidad de ganarnos ese premio es de 1/1’947,792, o sea… mucho, mucho peor que la de la Lotería.
Sin embargo, el argumento de quien compra es «¿y si sí lo gano?» lo que de hecho fue pie para una muy mala campaña publicitaria que trató de rescatar el Melate tras una crisis de relaciones públicas: se descubrió que al menos mil millones de pesos de premios fueron truqueados por la agencia que producía el sorteo: se hacía antes, se grababa, y ya sabiendo los resultados, compraban el «boleto» afortunado. Desgraciados.
Sólo para documentar nuestro optimismo, desde la aparición del tal juego se han cambiado las reglas en dos ocasiones; ahora se escogen 6 de 56 números y eso nos deja con una probabilidad de pegarle al primer premio cercana a 1/32’468,436. Pero y si sí le ganan, los más de 1,000 millones de pesos acumulados pueden ser suyos. Aunque para que el boleto sea actuarialmente justo, el premio debería andar sobre los 9,000 millones de pesos (por $30 del costo de un boleto).
Total, que como bien me decía alguien, «la Lotería es el impuesto que pone el gobierno a la estupidez. Entre más estúpido eres, más impuesto pagas…» A lo que, tras aceptar que es cierto, también le dije: «pues si, pero si te toca una devolución del impuesto, el que queda como estúpido es el que te ve cobrarla».
La moraleja de esta historia es que entre Lotería y Melate, es más fácil ganar en la Lotería; que es una de las más viejas y vigentes instituciones nacionales -anterior que el país-; que mi mejor consejo es que no dejen de jugar de cuando en cuando, pero asumiendo que es dinero perdido, es como si dieran un donativo 1.- al viejito que se las vende y 2.- a alguna fundación filantrópcia, que recibirá el premio si nadie gana.
Y cuando ganen -porque entre más juegan, más aumentan las posibilidades de ganar un premio; aunque las probabilidades no cambian. Tema de otra entrada- no dejen de hacerle un donativo a este blog usando la barra lateral, la sección que dice «invítame un café». Ahora que aún mejor si, en lugar de jugar lotería, hacen su donativo de inmediato y ya saben que la probabilidad de que pase algo bueno con ese dinero… es de 1. ¿Y si sí…?
Imagen de hoy, Andrew Walsh via Compfight