Fallas a evitar: no es fácil, pero… ¡Háganlo!

Fallas a evitar

Fallas a evitar

A raíz de la muy leída y compartida entrada anterior, llegaron (vía redes sociales principalmente) una serie de comentarios. Unos decían que era un texto que «dice mucho y no dice nada», porque no establecía una única opción segura de futuro. No la hay. Las fallas pueden ocurrir de muchas maneras, o simplemente no pasar. Y me pidieron que aclarara algunos puntos extra.

Algunos se negaron de entrada a leer el texto, porque asumieron que era propaganda pro AMLO. Otros lo leyeron y se quejaron de su intencionalidad: «buscas sabotear al nuevo presidente», dijeron. Ni una ni otra. Simplemente, es describir escenarios posibles a la luz de nuestra historia y del fraseo que ha dado el personaje sobre el tema: quiere encabezar «la cuarta transformación» y pasar a la historia como «uno de los mejores presidentes».

Como analista, hay que señalar los escenarios. Destacar los más probables, pero enunciar todos. Es cierto: Mucho de lo que escribí no va a pasar. En buena medida porque son escenarios  mutuamente excluyentes. Si pasa uno, automáticamente se descalifica el otro. Ante un cambio pacífico, no hay guerra. De haber guerra, no hay paz. Ambos son posibles, pero no simultáneamente. Entendido y de acuerdo.

Recuerden que en las ciencias sociales no es posible realizar experimentos cómo en las ciencias naturales: replicar en el laboratorio las condiciones iniciales de un experimento para ver «si sale igual». Aquí hay tres maneras de experimentar: imaginar qué puede pasar. O bien, comparar distintos lugares al mismo tiempo. Qué están haciendo distintos países ahora mismo. E incluso, comparar el mismo lugar en distintos tiempos. Qué sucedió en México durante las tres transformaciones anteriores. Y eso es lo que intenté hacer.

Fallas a evitar: Altas expectativas

Una de las críticas fue decir que «México era muy diferente en 1810, 1857 y 1910». De acuerdo. Aunque son las tres «grandes transformaciones» que ha citado el presidente electo como sus referentes. Y ambas fueron guerras civiles que acabaron en nuevas constituciones. Ha insistido en la naturaleza pacífica de su movimiento. Tiene un gran liderazgo social. Puede lograr una «cuarta transformación» pacífica. Puede lograr un lugar en la historia. Creo que la forma en que lo está planteado será complicada para balancear ambas metas.

Para no irnos tan lejos en el tiempo, las fallas del Presidente Fox fueron por generar altas expectativas que no pudo cumplir. Por ejemplo, que acabaría con la corrupción de las «tepocatas, víboras prietas y alimañas» del PRI. Pero luego se dio cuenta que, sin los votos del PRI, no podría avanzar muchas de sus propuestas. Primero, moderó su discurso. Luego, pasó por alto ciertos casos (como el PEMEXGATE, desvío de mil millones de pesos de PEMEX a las campañas del PRI, que la autoridad electoral sancionó con la multa más grande de la historia. Pero que en PEMEX no tuvo sanción mayor). Luego, debió rendir algunas de sus principales propuestas, como la reforma fiscal o la energética. Y terminó con sus hijastros metidos en todo tipo de escándalos de corrupción y manejo de información gubernamental… que no fueron sancionados.

Prometió mucho y generó expectativas tan altas, que falló en lograrlas. Y a pesar de haber hecho un buen gobierno -con estabilidad macroeconómica, buenos programas sociales y que más de la mitad de la población dejó de vivir en pobreza extrema-, recordamos más sus errores. Porque, al final, no logró que todos tuviéramos «un changarro, un vocho y un techo». Y, para colmo, falló en comunicar adecuadamente sus aciertos, que no fueron pocos.

Los aciertos no planeados de Fox

Los dos mayores aciertos de Fox fueron: la Ley de Transparencia y el Servicio Civil de carrera. La primera hacía que casi todo documento público pueda ser solicitado y entregado a cualquier persona de manera fácil y barata. Obvio, ahora todo funcionario sabe que sus decisiones deben estar «motivadas y fundamentadas», porque en cualquier momento se hacen públicas. Eso ayuda a reducir la discrecionalidad y los abusos. Y el servicio civil garantiza a la burocracia de rango medio que nunca será desplazada por sus superiores de manera arbitraria o discrecional. Y aunque hay casos, ya son mucho menos. En resumen, fueron cambios importantes.

Pero ¿Qué creen? Ninguno de esos estaba en los planes originales, en su plataforma electoral o en sus propuestas de campaña. Los planteó la sociedad civil, los adoptó y realizó… y son parte de su legado.

Nuevamente, como decía en la entrada anterior de casos como Salinas o Cárdenas, lograron grandes cambios que ni siquiera fueron planeados. También a Fox le pasó. Sus mayores aportes no fueron parte de sus promesas. Ocurrieron. Hoy se le siguen reconociendo. Pero… nunca dijo que «transformaría la historia o al país» con esas ideas. Lo hizo y punto. No hay que anunciar de más o se corre el riesgo de lograr de menos.

Fallas a evitar: Errores institucionales

Otro bonito caso: Zedillo. En su primer mes hizo algo que fue, literalmente, un golpe de Estado. Alegando que era urgente acabar con la corrupción, planteó cambios en la manera en que funciona el poder legislativo. Separó la función administrativa del Poder Judicial  de la labor de  los magistrados. Creó el Consejo de la Judicatura, que vería lo administrativo y el manejo de las carreras del personal judicial con base en méritos. Eso es muy bueno. Pero para hacerlo, despidió simultáneamente a todos los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Un golpe de estado técnico, pues. Un gran error y una enorme violación a la vida institucional del país. Un error de manejo de las instituciones.

Pero, afortunada o desafortunadamente para él, ese escándalo no creció. Porque nos metió a la crisis económica más grave de nuestra historia -dejando de lado la inflación de 157% anual de 1987-. 7% de caída del PIB en cosa de unos días. Ese manejo inadecuado de la economía generó uno de los peores momentos de crispación social y, sin duda, abonó el terreno para la derrota del PRI en el año 2000. Claro que, con el tiempo, se logró un gran cierre de sexenio: en el último año de Zedillo se recuperó todo lo perdido y se acumuló un 7% de crecimiento. En fin, que los expertos en economía arruinaron la economía.

¿Cuál fue el error de diciembre? En De Hormigas a Tiburones lo detallo más.

Opciones para evitar fallas

El presidente López Obrador tiene dos opciones para evitar los fallas:

  1. Aclararnos a la brevedad que la «Cuarta Transformación» implica una nueva Constitución, como ocurrió en 1824, 1857 y 1917. Y empezar a plantearla desde ya. Tiene los diputados y senadores necesarios, y tiene un mandato popular superior al 50%. Tiene los elementos para hacerlo.
  2. Vender menos expectativas. Plantear en su fuero interno que quiere pasar a la historia como un gran presidente. Pero no hacer depender su gobierno de esa meta. Que lo piense, pero que no lo diga. Y  menos de manera tan insistente.

Debe cuidar la operación de su equipo. Hay un riesgo de que tengan alto nivel académico pero casi nula experiencia en gobierno: la soberbia. Si creen que saben y que se debe hacer lo que dicen porque ellos lo dicen, hay riesgo de fallas institucionales. No por otra cosa: la terca realidad burocrática es muy distinta de la solución óptima y de la correcta. Hay cosas que están mal pero no se pueden hacer distintas: es la ley. Y o cambias la ley (lo que toma tiempo), o haces lo que dice la norma aunque esté mal.

También debe tener mucho cuidado con los extremos al interior de su propio movimiento. En especial los más radicales, quienes pueden decir que «no ha hecho lo suficiente» o que no fue «suficientemente revolucionario». Es allí donde veo más riesgo de que la «cuarta transformación» se atore en sus fallas y errores, que pueden evitarse: sabotaje desde dentro o rompimiento abierto de algunos aliados.

Conclusiones

No olvidemos que la Independencia acabó con una contrarrevolución: las tropas realistas, que habían acabado a los independentistas, se cambiaron de bando al ver que una restauración del poder real en España les iba a quitar los privilegios alcanzados. La Reforma acabó sentando a un oaxaqueño en la Presidencia, quien dijo que «una vez que se tiene el poder, no se le suelta nunca». Afortunadamente para él, murió de angina de pecho y es un héroe y no el gran villano contra el que hubiera estallado la revolución de 1900, tras 30 años de su presidencia. Fue otro oaxaqueño el que vivió ese hecho. Y la Revolución, como habíamos dicho, acabó con una guerra civil entre las facciones que desterraron a Díaz. Así que ninguno es un modelo muy deseable por ahora.

En fin. Deseamos éxito a la «cuarta transformación». Pero si sugerimos que modere las expectativas, que actúe conforme a lo que se necesite ahora sin pensar de más en «el lugar en la historia» y que evite los errores institucionales. Lo ideal es que anuncie, a la brevedad, que convocará a un Congreso Constituyente. Que diga de una vez que eso es la «Cuarta Transformación».

Y, por último pero no al final, que no olvide la regla de oro del priísmo tradicional, de esa llamada «dictadura perfecta»: el presidente tiene todo el poder, absoluto y completo… manda sobre el Poder Legislativo y el Judicial; sobre el Partido y demás… pero solo seis años. Cualquier tentación transexenal se castiga severamente. Puede dar el poder a alguien de su grupo, pero no tratar de ejercerlo más allá de su sexenio.

Avisos parroquiales

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