Depresión suave también es depresión

Depresión Suave
Depresión Suave

En la entrada anterior les señalaba algunos de los motivos por los cuales Dichos y Bichos había dejado de publicar casi un par de meses. Les comenté de problemas logísticos y con la versión Gutenberg. Pero no les hablé de la depresión suave en que ando. Eso también es un motivo.

No me refiero con ello a un término clínico específico, no. No sé si exista y no ando en ánimo de buscarle. Simplemente es esa sensación de que, no importa lo que hagas, no es relevante ni para el gran esquema del universo, ni para avanzar tus metas personales, ni para los pequeños logros de cada día.

Por un momento pensé que era algo que me afectaba a mi. Tal vez algún problema de salud. O la falta de sol o de vacaciones. El sentirme preso de la rutina. O que las cobranzas sigan lentas y tenga clientes que aún no pagan, en tanto que los nuevos clientes aún no llegan. Todo eso.

Pero empecé a observar. Y el fenómeno no me afecta únicamente a mi. Somos muchas las personas que, en mi entorno, tienen los mismos síntomas.

Depresión suave… no tan suave.

Ese es el tema. Desde el 1 de diciembre, muchas personas en mi entorno están tristes y preocupadas por el futuro. Muchas han perdido su trabajo. Otras, viven en constante amenaza de que «esta es la última quincena», para que dos días antes del final de la misma les digan que, al menos, tendrán otra más. Otras llegan a trabajos en que les ofrecen un sueldo y, al momento de recibir el pago, es por la mitad: lo que pensaron que era sueldo mensual se vuelve quincenal. Porque o los contratantes no fueron claros o porque entendieron mal.

También están los que ven con pesimismo el futuro. Un ejemplo: unos conocidos compraron hace menos de dos años un carro que no acaban de pagar. Hoy, tienen claro que no podrán liquidar el crédito y quieren venderlo. Entre la baja en el mercado y el poco interés que despierta su modelo, si hoy lo vendieran perderían dinero. Vaya, ni siquiera recuperarían lo que falta por pagar. Así que mejor está estacionado acumulando polvo, porque es más caro de mantener rodándolo.

Leo que el el presidente cuenta con aprobación arriba del 80% y que 43% considera que están mejor o van a mejorar en el futuro. Puede ser. Lo cierto es que en mi entorno no es así. Tal vez porque ser de clase media-media, de las que no van a recibir apoyos sociales y que a la vez dependen de empresas que dejarán de venderle al gobierno y de funcionarios que van a ganar menos, genera perspectiva negativa. Están en una depresión suave.

No eres tú… somos todos.

Sólo para darles una referencia: mis ingresos básicos actuales son idénticos a los que tenía en el año 2000, y 50% menores a mi ingreso histórico más alto. Es decir, no sólo no logré avanzar, sino que ya empecé a declinar. Y no es que haya alcanzado mi nivel de incompetencia o algo así: el exceso de oferta ha bajado los sueldos. Y la Austeridad Republicana castigó ingresos en el sector público pero también en muchas áreas del sector privado.

«Oye, es que lo que me propones por ese proyecto es muy bajo». «¿De qué te quejas? Ganarías más que un director general en el gobierno federal». Y sí, es cierto. Cuándo hay directores que ganan 40 mil pesos, todo lo demás arriba de eso se vuelve inalcanzable.

Platicaba también con un taquero: «La cosa está mal, Jefe. Antes vendía unos cinco mil pesos diarios. Hoy no salen ni tres mil. Y hay que darle un entre diario a la delegación de $500, y $500 de derecho de piso a la Unión. Pagarle a los muchachos. Comprar todo, que ha subido… Total, me quedan menos de $500 al día. Ya mejor voy a pedir chamba en el gobierno». ¡Si supiera que en el gobierno hay personas que ganan menos de $200 diarios, con licenciaturas terminadas! Curiosamente, muchos me dicen que quieren salirse a vender… tacos.

A seguirle.

Y sí: entiendo que esta depresión suave en lo anímico tiene que ver también con la depresión suave en lo económico. Menos dinero y menos opciones no ayudan a sentirse bien. Hay que ampliar los horizontes. Desarrollar nuevos proyectos. Buscar nuevos mercados. Incluso, cambiar de ciudad o de país. Claro que con una familia no es sencillo, pero no deja de ser opción.

Y, sobre todo, recordar que es lo que te mueve, lo que te motiva, tu misión y visión. Sin duda, uno de los momentos estelares de estos meses es acompañar a mis hijos a sus actividades. La familia, pues. Otra, el día del mes en que me reúno con la NaNoTribu, el grupo de escritores que se generó en el NaNoWriMo pasado. Y el tercero… Escribir y ayudar a otras personas a avanzar sus metas como escritores. Allí está la clave.

Esa es mi solución a la depresión suave. Y eso incluye darme un tiempo para escribir más.-así sea viendo menos tele, durmiendo menos o escribiendo borradores en los trayectos cotidianos-. Porque, a final de cuentas, me queda claro que ser escritor es mi vocación y mi placer. Debo hacerlo, si quiero salir de mi depresión leve (y hasta de mis limitaciones monetarias).

Y a tí, ¿Qué te gusta hacer cuándo te sientes mal para sentirte bien? ¡Cuéntanos en los comentarios!

Imagen de hoy: Mujer musulmana en Pamukkale, Turquía by Edgardo W. Olivera 

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