Tristeza y fatiga, compañeras cotidianas

Tristeza y fatiga
Tristeza y fatiga

Han sido un par de semanas llenas de tristeza y fatiga. Y creo que se ha notado en que Dichos y Bichos no ha tenido contenido nuevo… entre otras cosas. Parecen tonterías -y de hecho, lo son vistas con otra óptica-. Pero para quien las vive, en este caso para mi, pueden ser cosas que te abruman y evitan que avances más. Y sí, al acumularse en el tiempo, no dejan cosas buenas por lograrse. Así pasa y hay que aprender a luchar con ello. O, por lo menos, a entender que así hay momentos en la vida. Ya les había hablado de ello (en Tristeza, la huella de nuestro tiempo), pero tal parece que la racha continúa, y no sólo para mi. Veo tristeza y fatiga en la sociedad toda.

Mi red ha muerto.

Empecemos por algo tonto, pero profundo: en la casa me quedé sin teléfono y sin Internet casi un mes por una falla técnica. Así pues, era difícil trabajar en las noches, ver algo en la TV -que no tiene ni antena aérea, sino solo Netflix y YouTube- o incluso avanzar en ciertos proyectos. Por supuesto, el celular funcionaba para cuestiones críticas: bancos o correos urgentes. Aún así, el gasto en celular más que se duplicó en este periodo.

Claro que también está la opción de ir a un café o restaurante y por el módico precio de una bebida conectarme un par de horas. Aún así, no es el ambiente ideal y, aunque es buena solución ocasional, se vuelve una pequeña renta a lo largo de los días. Precisamente no cambié de compañía porque no tenía suficiente dinero para pagar la cancelación de la anterior y la contratación de la nueva… (había que pagar 2000 por «no devolver el modem a tiempo» aunque luego lo devolvieran o esperar a que el sistema reconociera que era una cuenta activa y no una cancelada).

Parte del detalle que esto causó es que no puedo entrar a Facebook desde el celular: una actualización falló y quedó bloqueado. Tendría que borrarlo y volverlo a instalar. En el inter, ni me acuerdo de revisar cumpleaños o estados. Y las personas asumen que eres huraño o grosero, no que estás desconectado.

[Twitter «Las personas asumen que eres huraño o grosero, no que estás desconectado del Internet»]

Tristeza y fatiga, presentes.

Pero también pesa porque en mi proyecto laboral principal, tenemos el «bonito» ambiente de los Godínez Anónimos: tenemos trabajo «sólo por hoy»: Cada día pasa alguien de otras áreas a despedirse porque «es su último día». Hace dos semanas le tocó a nuestro equipo perder el 30% de sus integrantes. Eso lleva a que los que quedamos tenemos más que hacer… y menos ánimo para hacerlo.

Algunos de mis amigos más entrañables me avisaron que ya se van de la ciudad o hasta del país: incapaces de encontrar opciones laborales, la única manera de continuar viviendo sin ingresos constantes es fuera de la capital, en ciudades en que su dinero ahorrado rinda más. «Con menos de lo que pago de renta por mi pequeño departamento cerca de lo que era mi trabajo, puedo rentar un caserón en dónde iré a vivir. O algo igual de pequeño, pero cubriendo cuatro meses de renta en vez de uno».

En otro de los proyectos en que participo como voluntario, tuvimos una ola de renuncias: personas que no están de acuerdo en el ritmo que están tomando las cosas, o que creen que no vamos bien. Y aunque tienen razón, siempre cuesta ver que personas valiosas se rinden, por tristeza y fatiga, antes de tiempo. El motivo real no es tan grave como lo ven, pero pesa sin duda. Y más me entristece que piensen que soy parte de los problemas.

[Twitter «El «bonito» ambiente de los Godínez Anónimos: tenemos trabajo «sólo por hoy»…»]

Nuevas etapas

Para colmo, los proyectos personales que estaban avanzando se han ido limitando, o no se lograron en los plazos planteados. ¡Vaya! No se abandonan pero no estarán para este año. Del otro lado, me anima ver que hay quienes los creen viables, posibles y deseables. En el camino, lo difícil es no rendirse.

Añadan que hay nuevas etapas en lo familiar: los hijos crecen y cambian. Ya no eres el super héroe todopoderoso; acaso tampoco una figura respetable a la cual obedecer. Cada uno en su etapa requieren cada vez menos de papá, excepto como UBER y cajero automático. Y eso no está padre, pero así es este rol de ser padre. Las cosas cambian y debes adaptarte a ello.

Sí, la época de sacudidas obliga a adaptarse al cambio. Se puede, se debe. Al final, todo saldrá bien. Es, acaso, el momento de matar a la vaca y soltar lo cotidianamente cómodo. Pero vivir en la zozobra no es el lugar para vivir más feliz, sino en medio de tristeza y fatiga, mis compañeras -involuntarias- de estos días.

Imagen de hoy: tristeza por ¡Fgz! 

3 comentarios

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  2. Tristeza y fatiga, compañera de la mañana a la noche, en un mundo en que eres el que no tiene porque tener fatiga si tu no haces nada y menos tristeza porque eres el que manda y reparte el queso en la mesa. Te entiendo bien mi estimado Gonzo. Por cierto en algún tiempo yo me avente un año sin teléfono, por muy similares razones.
    Gonzo te mando un abrazo y mis mejores vibras. La vida nunca es tan mala aunque lo parezca… Y como diría otro entrañable amigo «usted no diga frio hasta que no vea los pingüinos»

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